Jugando con piezas de maíz
3 de febrero de 2011El instinto comercial lo ha acompañado desde niño, cuenta el productor de juguetes Hubert Loick, y siendo aún joven empezó a interesarse por las posibilidades que ofrecían recursos naturales como el maíz.
Del maíz se pueden extraer diversidad de productos, como por ejemplo envases, pero también juguetes “que fomentan la creatividad natural de los niños”, dice Loick. “Toys go green”, el eslogan bajo el cual se celebra la actual Feria del Juguete de Núremberg, no es para este alemán una mera frase vacía, sino toda una filosofía de trabajo.
Imaginativo, orgánico, seguro
“Lo que ven ustedes aquí es una extrusora con una potencia de 120 kilovatios. En la parte de arriba encuentran un vaso dosificador que contiene almidón y después un segundo recipiente con otras sustancias procedentes de la industria alimentaria, como puedan ser grasas o también talco”, describe Kalus Schuppan una de las máquinas con las que en la empresa de Loick se procesan los granos de maíz.
Finalizada la elaboración, resultan unas coloridas piezas que, al mojarlas con agua o con la misma saliva, se tornan fácilmente moldeables y sirven para que los pequeños dejen volar su imaginación. “Hay un mundo pirata, un mundo princesas, un mundo safari, una granja, una selva… una serie de piezas de cartón con formas básicas acompañan al PlayMais para dar forma a estos escenarios, pero lo principal es que los niños pueden hacer cosas por sí mismos”, explica Loick, “si no se les da la oportunidad, los niños no desarrollan su creatividad”.
Para tranquilidad de los padres, el PlayMais es además totalmente orgánico, un dato que en tiempos de noticias acerca de nocivos químicos en los juguetes infantiles no resulta en absoluto carente de importancia. Y no sólo eso: “no hay peligro de atragantamiento porque, si el niño se lo lleva a la boca, el material absorbe tanto la saliva que se queda pegado a la lengua. Si el menor lo mastica y se lo come, tampoco pasa nada”, asegura Loick.
Dos millones de paquetes al año
Dos millones de paquetes de PlayMais vende el productor cada año en Europa, lo que equivale a una facturación de unos 15 millones de euros.
Sin embargo, un juguete natural como éste no puede competir en durabilidad con uno hecho de plástico. Por eso, Schuppan se ha encargado de estudiar minuciosamente el precio al que debe venderse. “Nuestros estudios”, indica, “revelan que con el PlayMais se juega una media de 55 minutos, luego se guarda y se vuelve a desempaquetar. Al final, con una caja de 14,95 euros el niño alcanza a jugar de ocho a diez horas”.
Autor: Klaus Deuse/ Luna Bolívar
Editor: Enrique López