¿Un Jules Verne más científico que visionario?

Jules Verne, el autor francés más traducido a nivel mundial, murió hace exactamente 100 años, el 24 de marzo de 1905. Nantes y Amiens, las ciudades francesas donde nació y murió, celebran en grande al que se conoce como un genial visionario. Sus premoniciones científicas y técnicas serán festejadas mediante un denso y extenso programa. Alemania aporta a la celebración con la edición de una biografía del celebrado francés, que ofrece una visión interesante de su vida y su obra.

Ya existía, no lo inventó

Para empezar, los mundos fascinantes que supuestamente salieron de su imaginación tenían una base real. No es que dejara volar su imaginación, sino que elaboró ejemplos concretos y mucho del conocimiento científico existente hasta el momento. Las publicaciones científicas de bibliotecas y archivos eran su fuente constante de alimento literario. El éxito de sus novelas se explica con el hecho de que Verne tomó exactamente el pulso de la época: una que creía en el adelanto técnico y científico. Sus viajes e ideas no se apartaban mucho de realidades ya concretas para ese tiempo, así lo explica el romanista de Gotinga, Volker Dehs, biógrafo de Jules Verne. Por ejemplo, para 1870, cuando apareció 20.000 leguas de viaje submarino Estados Unidos ya contaba con un submarino manejado mecánicamente. Cabía imaginar, más aún en mentes empapadas de ciencia, que a mediano plazo los submarinos aumentarían en tamaño.

El atractivo de Verne

Dos novelas cada año entregó Verne a su editor Hetzel, más de 60 en toda su vida. A su primer gran éxito Cinco semanas en globo siguieron La vuelta al mundo en 80 días o Viaje al centro de la tierra. Lo que sigue atrayendo al gran público ya no son, sin embargo, las novedades tecnológicas y científicas, pues globos, submarinos, aviones y cohetes forman hace rato parte de la normalidad. Es más bien lo astuto y simple de sus personajes, que se proponen enderezar, por ejemplo, con un súper tiro el eje terráqueo o vivir en un submarino lujosamente amoblado contemplando las maravillas del fondo del mar.

Dudas en cuanto su calidad

A cien años de su muerte y en medio de las luces festivas son varias las lecturas que se hacen de la obra de Jules Verne. Su alcance está aún por constatar, pues a pesar del innegable pedestal sobre el que reposa, no es extraño encontrar la opinión de que Verne es, en realidad, un genio desconocido, relegado injustamente a la rúbrica de novelistas para la juventud, en compañía de Robert Louis Stevenson y Rudyard Kipling. Este punto no deja de ser paradójico, pues el autor que desató en 1873 una fiebre en Alemania con La vuelta al mundo en 80 días y que en Japón se conoce como "el padre de la ciencia ficción y el autor francés más traducido", murió con la pena de no haber logrado que los críticos literarios lo tomaran verdaderamente en cuenta. Y que la Académie Française nunca lo aceptara, y prefiera a Alexandre Dumas.

La sequedad de los diálogos y el tono de corrección casi burocrático que utilizan sus héroes en los momentos más dramáticos han alimentado la idea de un Verne científico pero humanamente poco profundo. Nuevos enfoques ven en ello precisamente lo contrario: la expresión de un profundo escepticismo frente al progreso, el vacío del vuelo tecnológico. Como fuere, con motivo del centenario son numerosos los hallazgos que se han hecho en torno a este afamado galo, tales como abundantes cartas del último período de su vida, en donde supuestamente confiesa haber tenido como "objetivo describir la Tierra en forma de novela".

Nunca viajo a París, vivo perdido en mi provincia y soy el más desconocido de todos los hombres", dijo supuestamente el escritor que llevaba más de treinta años publicando novelas que habían sido traducidas a docenas de idiomas y cuyos personajes y temas se habían convertido en mitos. "Lo más probable es que aludiera a lo cotidiano, mucho menos espectacular que sus ficciones: su vida personal –aquejado de enfermedades y con una situación familiar bastante ingrata- no podía catalogarse de feliz. Sin embargo, se asegura que el fundador de la "novela científica gozó del apoyo y la compañía de toda su familia al momento de su muerte: "Todos están. Ya puedo salir de viaje".