Un desacuerdo europeo llamado Venezuela
25 de febrero de 2019Reconocer a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela o no hacerlo, esa es la cuestión. Una diatriba que, cierto es, tiene altas probabilidades de no cambiar nada sobre el terreno, pero que puede resultar crucial para encontrar una salida democrática a la coyuntura de crisis que atraviesa la nación caribeña. Una decisión, también, en la que los Estados miembros de la Unión Europea (UE) son incapaces de ponerse de acuerdo. La desunión en potencia.
El pasado 4 de febrero, Italia bloqueó una declaración común del bloque comunitario sobre Venezuela que afirmaba que los países del club reconocerían al líder de la Asamblea Nacional venezolana como presidente interino. Ese mismo lunes, los Ejecutivos de Alemania, España, Francia y Reino Unido se lanzaron a otorgarle ese reconocimiento. Una decisión polémica, que genera dudas por su adecuación al Derecho internacional público, y que ha sido cuestionado desde numerosos frentes, también por el comité de expertos sobre la materia del Bundestag en Berlín. Desde entonces, sin embargo, otros 21 socios europeos han seguido los pasos de los cuatro grandes. Mientras tanto, Italia, Grecia y Eslovaquia se resisten a que los Veintiocho, y consecuentemente la Unión, hablen con una única voz.
"El principal problema que ha tenido la UE en relación con Venezuela ha sido la falta de liderazgo, en parte proveniente de España”, juzga en entrevista con DW José Ignacio Torreblanca, director de la oficina madrileña del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Como en el resto de la geografía latinoamericana, suele ser Madrid quien traza el rumbo del barco europeo. Pero la situación de inestabilidad política en el país ibérico y la división en el seno del gobernante PSOE han impedido un liderazgo español en el asunto, indica este doctor en ciencias políticas.
"Esto hace que los Estados miembros decidan actuar por razones ideológicas, para preservar coaliciones de gobierno de diferente signo político, como puede ser el caso de Grecia, o bien porque no quieren enfrentarse a Vladímir Putin, o bien como una reacción contra Estados Unidos”, agrega Torreblanca. En efecto, el Ejecutivo heleno de coalición de Alexis Tsipras ha defendido una neutralidad similar a la abanderada por Uruguay y México. El mandatario izquierdista y su partido Syriza tienen un historial de buenas relaciones con el chavismo y, además de guardar las distancias con Washington, no es precisamente detractor de Moscú y Pekín.
Mención especial merece el caso italiano, por los recientes episodios de confrontación entre Roma y Bruselas, y la grieta política que han abierto en las capitales europeas las polémicas posiciones del Gobierno italiano en asuntos como la política migratoria o financiera. "Nuestro gobierno tiene dos partidos (la Liga y el Movimiento 5 Estrellas) que no tienen la misma opinión sobre Venezuela”, aclara a DW Antonella Mori, experta del Instituto Italiano de Estudios Políticos Internacionales. "El vicepresidente, Matteo Salvini, ha dicho muy claro que está listo para reconocer a Guaidó como presidente interino. Sin embargo, en el lado del Movimiento 5 Estrellas, quizás no en el Gobierno, pero sí en el partido, hay muchos elementos favorables al chavismo y al experimento bolivariano que no tienen claro si quieren ver a Maduro fuera de juego”.
Quizás en América Latina, Estados Unidos, España o incluso en la burbuja europea de Bruselas y Estrasburgo, Venezuela es un tema candente y prioritario. Pero en la península itálica, explica Mori, prefieren guardar un perfil bajo. "No quieren otro tema sobre la mesa”. La investigadora recuerda, no obstante, que su país sí está participando en el asunto, pues forma parte del grupo de contacto internacional sobre Venezuela. "Sencillamente”, insiste, "no quieren dar el paso de reconocer a Guaidó para no crear más problemas en el gobierno de coalición”.
El CEO del think tank bruselense Centre for European Policy Studies, Karel Lannoo, cree que la actitud de estos gobiernos europeos está vinculada "al miedo a que las instituciones europeas interfieran en asuntos internos”. La ecuación, dice Lannoo a DW, está formada por factores internos y externos específicos de cada país. Y las actitudes euroescépticas tienen mucho que ver en la reticencia a dejar ganar terreno a la diplomacia de la Unión.
Es urgente "descontaminar geopolíticamente el conflicto”
Ante un panorama como este, ¿puede la UE aspirar a ser un actor relevante en la solución de la crisis venezolana? ¿Pueden los venezolanos confiar en los Veintiocho (probablemente Veintisiete dentro de poco, si el "brexit" finalmente se materializa) para apagar este fuego? Mori se muestra convencida de que la decisión italiana de no reconocer a Guaidó no evitará que la UE pueda encontrar una postura común. Además, coincide con Lannoo en que Roma aún podría cambiar de parecer. La cuestión es cuándo. "No creo que a corto plazo”, concede.
Torreblanca, por su parte, insiste en la necesidad de que los Estados miembros del bloque "construyan un consenso sobre Venezuela, pero que no se queden ahí, sino que se aseguren de que ese consenso genere consecuencias”. Es urgente "descontaminar geopolíticamente el conflicto”, sostiene en referencia al papel que juega el país caribeño en el tablero de ajedrez mundial que se disputan EE.UU., Rusia y China. Y también, añade, trabajar con Cuba y México "para que no añadan tensión y ayuden a lograr una solución”.
"Esto no es una causa geopolítica, como tampoco es una causa de izquierdas, ni de derechas”, defiende Torreblanca. En su opinión, es necesario que la UE y los países que la integran estén ahí con una voz propia que suene al unísono. ¿Por qué? "Porque es una causa democrática”.
(cp)
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