Triunfo y caída de la bolsa de plástico en Alemania

Si la bolsa de plástico tuviera la habilidad de comunicarse, seguramente tendría mucho que contar. De todos modos puede fardar con un árbol genealógico tan antiguo como la historia misma: su antepasado más temprano, el denominado cucurucho, lo creaban con pieles los cazadores y recolectores de la prehistoria.

Su hermana mayor, la bolsa de papel, surgió en el siglo XVI. Ésta se hizo tan popular que en 1853, en el estado federado alemán, Hessen, se fundó la primera fábrica de bolsas de papel en el mundo. Hasta entonces le iba bien a la bolsa.

A decir verdad, los problemas realmente comenzaron en la generación actual: con la bolsa de polietileno, o, simplemente, la bolsa de plástico. Con ella se asocian imágenes de playas impuras, de vertederos salvajes de basura o de aves marinas ahogadas por bolsas, por lo que los ambientalistas le declararon la guerra.

La bolsa de plástico: columna de la sociedad de consumo

La bolsa de plástico nació en la Alemania de la posguerra, en la sociedad de consumo recién formada en los años 50 y 60. Sustituyeron al pequeño mercader del barrio – como en Estados Unidos – los grandes comercios de autoservicio.

En vez de hacer sus compras a diario charlando un buen rato con la vendedora detrás de la barra, la gente arrastraba a casa montones de víveres. La cuestión era, ¿cómo acarrear todo?

La bolsa de papel no ofrecia la firmeza necesaria aunque, durante mucho tiempo, era considerada como más chic y de mayor calidad que su sucesora de plástico, la que a veces desteñía y, además, llenarla se demoraba mucho más porque no se podía colocar abierta como su equivalente de papel.

Después de que se introdujera en el mercado alemán la primera bolsa de plástico patentada en 1961, se convirtió rápidamente a ser el artículo en masa No. 1. Utilizada por los comercios como espacio publicitario, la bolsa de plástico para algún que otro consumidor se convirtió en un símbolo de estatus: con ella se podía demostrar en qué establecimientos la gente se podía permitir hacer compras.

¿Prohibición de la bolsa de plástico?

“El primer ataque a la bolsa de plástico ocurrió en los años setenta durante la crisis de petróleo”, explica el historiador y experto en bolsas Heinz Schmidt-Bachem. La conciencia ambiental creciente dentro de la población desenmascaró la bolsa de plástico como culpable principal de la contaminación de agua subterránea, la lluvia ácida y los evanescentes recursos de petróleo. Por eso, ecologistas promocionaban bajo el eslogan “Yute en vez de Plástico” el uso de bolsas de tela con el fin de acabar con la bolsa de plástico. En esos tiempos, su prohibición se discutía vivamente.

Ante el posible final de la todavía joven bolsa de plástico, despertó en Heinz Schmidt-Bachem el interés por el objeto de plástico despreciado. “Si después de su prohibición, alguien me preguntara `¿Qué es una bolsa de plástico?´ yo quería poder mostrarle las que yo tenía”, dice el orgulloso poseedor de, entretanto, más de 150.000 bolsas.

El consumo de las bolsas de plástico aumenta

No se logró imponer la prohibición de la bolsa de polietileno y la industria de plástico siguió fábricandola con más ánimo que nunca. La única herencia de esa época es que, en Alemania desde entonces, en los supermercados, por ejemplo, nos cobran alrededor de 25 centavos cuando queremos llevarnos una bolsa a casa.

Claro que esto no se lo puede atribuir a la sensibilidad ecológica de los dueños de comercio. Schmidt-Bachem afirma: “Al comercio le importa un comino si lo que ofrece son bolsas de plástico, de papel o de yute. Lo importante es que marche el negocio y que se cubran los gastos.”

La regresión del consumo de bolsas de plástico se registró nada más por la creciente problemática ambiental y por el sistema alemán de separación de basura, creado en los años noventa. Sin embargo, sólo en Alemania en 2008, la industria produjo 85.000 toneladas de bolsas de plástico.

Y si la bolsa de plástico pudiera hablar, seguramente nos contaría las contradicciones humanas: nos quejamos del medio ambiente, pero aún nos resulta muy cómodo cuando en las tiendas nos embalan nuestras compras en una bolsa, aunque ésta sea de plástico.

Autora: Simone Dohms

Editor: Enrique López