Sudán: una lucha de poder entre militares y milicias
18 de abril de 2023Al menos 185 personas murieron y cientos resultaron heridos en Sudán tras los combates del sábado (15.04.2032) entre el Ejército y los paramilitares, las llamadas Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR, o RSF, por sus siglas en inglés), según reportó la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Christine Roehrs, directora de la oficina de la Fundación Friedrich Ebert en la capital Jartum, ha presenciado algunos enfrentamientos: "Tanto las instalaciones militares como las de las FAR están en el centro de la ciudad. Así que esta lucha por el poder también se libra aquí, en barrios residenciales donde la gente normalmente iría de compras o a la escuela. Se oyen los combates por todas partes", narró a DW.
El conflicto se debe a una lucha de poder entre el Ejército sudanés, al mando del general Abdelfatah al Burhan, y su rival de las FAR, Mohammed Hamdan Dagalo, alias "Hemeti". Desde el golpe militar de 2021, Sudán está gobernado por el llamado Consejo Independiente, presidido por al Burhan, y secundado por Dagalo.
Una alianza inestable
Los enfrentamientos se produjeron tras las fallidas negociaciones de una reforma del sistema de seguridad. Según los medios de comunicación, uno de los puntos centrales de discordia era la integración de milicias paramilitares en las estructuras del Ejército, lo que podría haber significado una pérdida de influencia.
Al final, la alianza entre los dos adversarios nunca fue estable, contó Roehrs. "Cuando beneficiaba a sus intereses comunes, trabajaban juntos, como en octubre de 2021, en el golpe contra el entonces Gobierno interino. Sin embargo, ahora, en la cuestión de la futura relación entre el Ejército y las milicias, los intereses difieren y los exaliados se convirtieron en enemigos".
Unidos por el miedo y la codicia
Marina Peter, presidenta del Foro de Sudán y Sudán del Sur e.V., afirmó a DW que al Burhan y Dagalo siguen estando unidos por el miedo a tener que rendir cuentas sobre sus actos: "Ambos hombres tienen un pasado militar, ambos son protegidos de (el expresidente) Omar al Bashir, aunque de formas muy diferentes".
Mientras que al Burhan tuvo una carrera regular en el Ejército, Dagalo fue comandante de la milicia Yanyauid, que durante el conflicto de Darfur utilizó toda la brutalidad contra las fuerzas rebeldes africanas -es decir, no árabes- y especialmente contra civiles no implicados.
"Amplios sectores de la sociedad civil exigen que ambos rindan cuentas. Dagalo, por los crímenes cometidos durante la guerra de Darfur, y al Burhan, por los delitos perpetrados durante el levantamiento de 2019 contra Omar al Bashir. Ambos le tienen miedo a eso", agregó Peter.
Los actores internacionales y sus intereses
Asimismo, es probable que ambos quieran controlar los recursos minerales, como el oro, en el que Rusia está interesado. En 2017, la empresa rusa M-Invest, una empresa pantalla del Grupo Wagner, según el Departamento del Tesoro de EE. UU., recibió los derechos para explotar minas sudanesas.
Actualmente, M-Invest trabaja junto con las FAR y Hemeti mantiene estrechos contactos con Moscú, y buenas relaciones con Eritrea, Etiopía y Yemen, donde actuaron las milicias que él mismo dirigió.
Por otro lado, el Gobierno egipcio apoya el mandato de al Burhan. A principios de abril, ambos países realizaron un ejercicio militar en conjunto. Egipto también prestó ayuda humanitaria a Sudán durante las devastadoras inundaciones del verano pasado.
Impotencia de la sociedad civil
Tanto al Burhan como Hemeti luchan por poder e influencia: "Están librando esta batalla a costa de los civiles, aun cuando ambos saben que millones de sudaneses ya votaron a favor de la democracia y en contra del régimen militar en la revolución de 2018", recordó Roehrs.
Por eso no se puede hablar de una guerra civil inminente: "No se trata en absoluto de una guerra civil, sino de una lucha de poder entre dos actores", añadió Marina Peter. La sociedad civil sabe que tanto milicias como militares han sido un obstáculo para la paz y la democracia, insistió: "Ahora, los activistas y la sociedad civil están atrapados entre ambos frentes". (ju/rml)