Se hunden las metrópolis chinas
28 de mayo de 2007Muchas ciudades europeas han medido ya la velocidad a la que se hunde el terreno sobre el que se asientan. La tecnología existe, los conocimientos también. Sobre todo en Italia, en la Universidad de Milán, se han dedicado a estudiar el proceso y sus posibles consecuencias. Y como en Europa está la experiencia, señala la radio alemana Deutschlandfunk, a Europa ha pedido ayuda un país cuyas urbes caminan hacia el derrumbe: China.
Desde el espacio exterior
Edificios que estaban destinados a morder el cielo muestran ya las grietas del desplome. El peligro es tal, que el Gobierno de Pekín acepta incluso la posibilidad de que, en el rastrear de su subsuelo por ojos electrónicos y humanos, algún que otro secreto militar escondido bajo tierra pueda quedar al descubierto. Los científicos de la Universidad de Milán han recibido instrucciones claras de destruir al instante cualquier prueba que encuentren en este sentido.
El satélite europeo ESA-105, desde el espacio a 850 km sobre Shangai, analiza las características geológicas del suelo en la ciudad. Los datos son necesarios para conocer mejor la estabilidad de los gigantescos rascacielos que dibujan, interminablemente horizontal, el perfil de Shangai. Pero también son fundamentales para adaptar a la movilidad de la tierra las técnicas de construcción.
"El satélite dispone de un escáner. Éste envía una señal de medición que recorre la superficie terrestre. Como si se tratase de una ecosonda, la señal regresa al satélite y nosotros aquí podemos analizar, estudiar y valorar los datos registrados", explica Fabio Rocca, informático de la Universidad de Milán, a la citada emisora radiofónica.
Sin prisa pero sin pausa
"El subsuelo se hunde. Lentamente pero sin pausa. Si las autoridades chinas no hacen algo por contener esta tendencia, por ejemplo teniendo en cuenta las condiciones geológicas a la hora de construir rascacielos, miles de personas podrían correr un grave peligro", continúa Rocca.
Y las autoridades chinas han hecho hasta ahora poco por frenar la subsidencia que achaca a sus terrenos. Al contrario. China vive sumida en un boom constructor que erige edificios por doquier. Edificios monumentales, mastodontes de cemento, cristal y acero, altos más allá de las nubes. Es la arquitectura que gusta en el Asia que quiere ser moderna. Una arquitectura demasiado pesada para la superficie que debe sostenerla, opinan en Milán. Pero no sólo eso: la construcción masiva requiere grandes cantidades de agua. Agua que se extrae del suelo, desestabilizándolo.
Los datos de ESA-105 confluyen en gráficos y estudios que revelan con enorme precisión cómo y cuánto se hunde la tierra china. Diez, 20, 30 años, y las primeras construcciones comenzarán a caer si no se toman medidas. Milán envía entonces los resultados al país asiático para que su todopoderoso Gobierno decida si el cemento debe seguir compitiendo con el sol naciente.