Las lluvias escasean cada vez más en Nicaragua. Un reto enorme también para los campesinos, quienes dependen de costosas bombas para que su ganado y sus campos dispongan de agua suficiente. La solución al problema, desde hace dos años, ha llegado -literalmente- del cielo: energía solar. Un profesor alemán desarrolló, conjuntamente con un nicaragüense, un modelo de bombas impulsadas por energía solar. En un primer momento, los dispositivos fueron entregados como donativo a determinados campesinos. Posteriormente, los agricultores tuvieron que empezar a pagarlos de su bolsillo. Sin embargo, la inversión merece la pena. A largo plazo, los sistemas de riego impulsados por energía solar son más económicos que las alternativas a base de diésel. Después de dos años, el proyecto germano-nicaragüense está en condiciones de ser autosuficiente y, sobre todo, de ahorrar combustible diésel. Además, ahora los campesinos pueden cultivar verduras durante todo el año independientemente de las condiciones meteorológicas.