"Preguntas incómodas"
28 de marzo de 2011La Croix, de París: “Empezando por Japón y siguiendo por el mundo árabe, no se puede evitar constatar que lo que está sucediendo también está relacionado con la historia de nuestro continente. Llegó la hora de comprender que sólo tenemos un mundo y que debemos ocuparnos de su destino. (…) La crisis inmobiliaria en los EE. UU., que se transformó en una crisis financiera global, lo ha demostrado recientemente. Las manifestaciones del sábado pasado en Gran Bretaña pusieron en evidencia que las cuentas están al descubierto. Y el desafío nuclear que vive Japón, así como los levantamientos populares árabes, refuerzan la certeza de que ya no hay enclaves ni oasis de seguridad que puedan protegernos de las tempestades.”
“Gaddafi debe irse”
Nepszabadsag, de Budapest: “Si Gaddafi no se va, peligra la vida de cientos de miles de personas. El dictador debe ser eliminado, aunque esto suene espantoso. En el transcurso de su vida hubo episodios sangrientos de ira y venganza personal que exigen tomar una decisión. Al mismo tiempo, está claro que cuanto más se prolongue la guerra en Libia y cuanto más se involucren los aliados, más lejos estará esta intervención armada de su objetivo original.”
“Otra reacción a las protestas árabes”
Information, de Copenhague: “Una característica común de las protestas contra las autoridades sirias, que tuvieron lugar la semana pasada, es que los manifestantes de ningún modo exigían la caída del gobierno. Pedían trabajo, comida, que se luche contra la corrupción, así como libertad de expresión y de reunión. El presidente Bashar al Assad, de 45 años, no fue en ningún momento el blanco de esas protestas. (…) Por eso, es él quien hubiese tenido más posibilidades de sentar nuevos parámetros en cuanto a cómo reaccionar ante la revolución árabe introduciendo reformas desde arriba. (…) Sin embargo, el paquete de reformas de Assad es muy escaso y llega demasiado tarde.”
“Expertos de Chernóbil esperan llamado de Tokio”
Luxemburger Wort, de Luxemburgo: “Las circunstancias de la catástrofe plantean preguntas desagradables. ¿Por qué no se protegió a la central nuclear, situada en la costa del Pacífico, con rompeolas de mayor altura? Aunque los terremotos de 9,0 en la escala de Richter no son muy frecuentes, sí se pueden pronosticar la energía desatada y la altura del tsunami resultante. Tampoco se puede poner a funcionar comercialmente túneles, aviones de pasajeros o teleféricos sin medidas de seguridad extremas. En vista de las trágicas consecuencias, el hecho de que olas de diez metros de alto se hayan abierto paso a través de un muro de siete metros destruyéndolo e inundando los grupos electrógenos de emergencia es un caso grave de negligencia que dista mucho de haberse producido en el marco de una tecnología bien planificada. Ni el gobierno japonés ni Tepco, la empresa operadora de la planta nuclear de Fukushima, hicieron uso de una política de información satisfactoria. En la lucha contra la amenazante fusión nuclear el tiempo es clave. Hasta el momento, los expertos rusos con experiencia en Chernóbil siguen esperando una llamada de Tokio.”
CP/dpa
Editor: Pablo Kummetz