Ponta, al banquillo de los acusados
23 de septiembre de 2015Muchas personas depositaron su confianza en él hace un lustro, cuando asumió la presidencia del partido socialdemócrata rumano PSD. En 2012 se mudó al Palacio de Gobierno. Hoy, el primer ministro Victor Ponta, otrora alumno estrella de la izquierda, es un político en caída libre. En más de una ocasión logró salvar su pellejo recurriendo a medias verdades, pero ahora no hay mentira blanca que detenga su descenso. Aunque la mayoría de sus partidarios sigue respaldándolo, la situación es crítica para quien recibe el apodo de “Pinocho”.
Ponta perdió su título académico
No sólo su carrera política, también la trayectoria académica de Ponta está marcada por fracasos y episodios en los que se ha visto obligado a dar marcha atrás. Poco después de ascender a la jefatura del Gobierno rumano, Ponta tuvo que borrar de su currículum el título máster que nunca había obtenido en primer lugar. Ponta también tuvo que dejar de usar su titulo de doctor en 2014, poco después de que se probara que recurrió al plagio para recibirlo. El tutor de Ponta era su mentor político, el ex primer ministro rumano Adrian Nastase (2000-2004). El mismo Nastase que fue condenado a varios años de prisión, bajo cargos de corrupción, y obtuvo libertad condicional en 2014.
En términos políticos, Ponta vio empañada su imagen por primera vez tras iniciar su gestión como jefe de Gobierno: en el verano de 2012, usó todos los medios a su alcance para desmontar al jefe de Estado del momento, el presidente conservador Traian Basescu. Europa quedó atónita y denunció una crisis de Estado, un intento de secuestrar al poder judicial y hasta un golpe contra el Estado de derecho. Ese proyecto de Ponta fracasó estrepitosamente… y, sin embargo, siguió en el poder. Su partido y sus aliados en el Parlamento rumano garantizaron su supervivencia política porque el siguiente golpe estaba por venir: las elecciones presidenciales de noviembre de 2014.
También fracasó como candidato presidencial
El plan de los socialdemócratas del PSD era sencillo y todas las encuestas estaban a su favor: Ponta parecía ser el candidato presidencial con más oportunidades de ganar los comicios. Con él como presidente, la incómoda convivencia con un jefe de Estado conservador llegaría a su fin. Apelando a una campaña sucia, caracterizada por un discurso nacionalista, Ponta intentó desacreditar a su oponente liberal, Klaus Iohannis, enfatizando su pertenencia a la minoría alemana de Rumania. Pero la cuenta le salió mal: Ponta perdió en la segunda vuelta. Por un momento pensó en dimitir, pero al final se abstuvo de hacerlo y se aferró al cargo de primer ministro.
Ahora, a Ponta se le enjuicia por lavado de dinero, falsificación de documentos y evasión de impuestos. El presidente lo instó a abandonar su cargo, pero Ponta se rehusó enérgicamente, aceptando con una sonrisa el daño que le hace a la imagen de su país. Oficialmente, el PSD sigue respaldándolo; pero su base se desmorona tras bastidores: el próximo martes (29.9.2015) se someterá a votación en el Parlamento rumano una moción de censura iniciada contra el Gobierno por la oposición liberal. Una parte de la opinión pública rumana le pide a sus diputados que asuman su responsabilidad y liberen al primer ministro del peso de su cargo. En Rumania no son pocos los que piensan que Ponta perdió hace tiempo la oportunidad de retirarse con decencia de la escena política.