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Opinión: una cumbre de temer

17 de julio de 2018

El presidente de los Estados Unidos muestra debilidades significativas en su reunión con el hombre fuerte de Rusia. Un error en el actual escenario mundial, dice Bernd Riegert desde Helsinki.

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Finnland Trump Putin Gipfeltreffen in Helsinki
Imagen: Getty Images/AFP/B. Smialowski

Donald Trump es un buen presidente, para Rusia. No para Estados Unidos, ni tampoco para el resto del mundo.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia ha retuiteado un trino de Trump y, por lo tanto, ha perdido el sello oficial del Kremlin. El presidente estadounidense había acusado a Estados Unidos, y a él mismo, de ser responsable de la mala relación con Rusia, eso ocurrió porque Estados Unidos actuó de forma "estúpida". ¿Estados Unidos tiene la culpa de que el servicio secreto ruso hackearan las elecciones y que el presidente ruso este ocupando Crimea? Eso es simplemente ridículo, pero también una ocurrencia sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos.

Nunca antes un presidente actuó así. Un presidente no debería actuar así. La pregunta es, ¿cuánto tiempo los republicanos, los partidarios del presidente, mantendrán en la Casa Blanca ese inepto y sobrevaluado dolor de cabeza? Trump tartamudea, se contradice cada media frase. Una selección de los últimos días: a veces la OTAN y Estados Unidos se matan entre sí, a veces tienen una historia de amor. A veces la UE es el enemigo, a veces China es el enemigo, o ambos juntos. A veces el Reino Unido debería demandar a la UE por el "brexit", a veces la primera ministra Theresa May es la mejor amiga. Luego Alemania es prisionera de Putin, pero Putin al mismo tiempo es un competidor justo.

¿Cuánto tiempo se puede aguantar a Trump?

El tartamudeo del operador de bienes raíces, de la estrella de televisión, ahora jefe populista, se ha vuelto difícil de soportar. Trump es débil, incierto, sin preparación en comparación con el presidente ruso. Cada vez que Trump ha destrozado la porcelana en el campo de la política exterior, sus ministros deben barrer las piezas y traducir las confusas palabras de su presuntuoso presidente. ¿Cuánto tiempo deberán padecerlo?

En sus actividades en Helsinki se le ha visto una sonrisa traviesa al presidente ruso. Todo lo que tenía que hacer era sentarse, ponerse de pie y escuchar mientras Trump desarma el orden mundial. En la última semana alabó a los aliados de la OTAN, desairó al Reino Unido y declaró a la Unión Europea un enemigo. Putin no podría haber deseado algo mejor. Sin embargo, las acusaciones contra Putin y Rusia se mantienen en Estados Unidos. ¿Putin trató de influir en las elecciones de Estados Unidos en 2016? ¿Quiso que Trump ocupara el cargo? ¿Tiene alguna evidencia incriminatoria contra el clan Trump bajo la manga? Si juntamos todo, se puede pensar que sí, que debe haber algo que haga que Trump se comporte así ante el autócrata ruso.

Esa es probablemente la razón por la cual se encontraron en Helsinki. El ególatra aficionado se encuentra con el oficial de inteligencia entrenado. Lo único que une a estos hombres es que realmente no les importa la verdad. Putin dejó en claro que no le preocupa la confianza, sino los intereses que se deben cumplir. Naturalmente, es bueno que dos hombres poderosos conversen. Pero el espectáculo, que Trump obviamente quiere, no es suficiente. El mundo espera más. Y hasta Trump se dio cuenta en uno de sus pocos momentos de luz. Las expectativas no se cumplieron. Pobre Estados Unidos, que ha elegido a este peligroso e incalculable excéntrico como presidente. Con suerte, no hará más daño.

Autor: Bernd Riegert (MN/FEW)

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