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El Colegio Electoral, parte de un sistema deficiente

19 de diciembre de 2016

El Colegio Electoral simboliza las fallas de un método de elección presidencial en Estados Unidos que no refleja la voluntad de la mayoría de los votantes, según Jefferson Chase.

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USA Präsidentschaftswahl Auszählung der Stimmen
Imagen: Getty Images/AFP/R. Wise

Para dejarlo claro desde un principio: este lunes, 19 de diciembre, el Colegio Electoral debe confirmar a Donald Trump como el próximo presidente de los Estados Unidos. Bajo la actual reglamentación, Trump ganó las elecciones presidenciales de 2016, en un sistema en el que el vencedor en cada estado se lleva todos los votos correspondientes. Como él mismo diría, supo "manejar" bien el sistema. Ahora el Colegio Electoral debe hacer su trabajo. Pero esperemos que sea la última vez que lo haga.

Los defensores del Colegio, creado a finales del siglo XVIII en respuesta a las condiciones particulares de la historia de Estados Unidos, argumentan que supone un cortafuegos final para que no alcance la oficina más poderosa en Estados Unidos alguien que no esté a su altura. ¿Cuándo sucedió algo así en la historia moderna? Nunca. Pero la elección de Trump ha roto el consenso sobre lo que significa no estar a su altura.

Jefferson Chase, de DW.
Jefferson Chase, de DW.

¿Debería bloquear su nombramiento el Colegio Electoral? Ni debería ni lo hará. Hoy en día, su única función es rubricar el resultado electoral. En tiempos de oposición a la burocracia gubernamental, el Colegio es el principal candidato para los recortes. Ahí estoy de acuerdo con Trump, que en 2012 escribió en Twitter: "El colegio electoral es un desastre para una democracia". Como siempre, estaba malinterpretando su función, arcaica pero ceremonial, como la de los sombreros de los guardias británicos a las puertas del Palacio de Buckingham.

De acuerdo con el recuento oficial del 17 de diciembre, 2.864.974 personas más votaron por Hillary Clinto que por Trump, es decir, un 2,1%. Es la segunda vez en las cinco últimas elecciones presidenciales que un candidato que obtiene los votos populares no gana las elecciones. Pero en 2000, con Bush y Gore, el margen fue mucho más ajustado. De 1876 a 1996, el ganador del voto popular se convirtió en presidente en cada elección. Ahora, el perdedor del voto popular ha tomado la Casa Blanca dos veces en 20 años. Y el mismo bando se ha beneficiado en ambas ocasiones: el Partido Republicano y los estados menos poblados y menos urbanos.

Vale la pena recordar que una de las razones por las que el presidente no es elegido por voto popular directo es que los padres fundadores de Estados Unidos no se pudieron poner de acuerdo sobre si los esclavos deberían ser contabilizados  como personas o no. Eso fue en 1787. Avanzamos 229 años y vemos que el país tiene un sistema que favorece a un partido y a determinados segmentos de la población. En los tres estados más grandes, California, Nueva York y Texas, el resultado se da por sentado y allí los candidatos apenas hacen campaña y no escuchan las demandas de unos ciudadanos que no están motivados en absoluto a votar. Espero que la mayoría esté de acuerdo en que eso es antidemocrático y, al fin y al cabo, antiestadounidense.

James Madison, conocido como el "padre de la Constitución de los Estados Unidos", advirtió contra "los males de la facción", que definió como a "un número de ciudadanos, sean mayoría o minoría, que están unidos y actúan por algún común impulso o interés, contrario a los derechos de otros ciudadanos, o a los intereses de la comunidad ".

Cuando el Colegio Electoral confirme a Donald Trump como presidente, este lunes 19 de diciembre de 2016, aprobará un resultado electoral que está de acuerdo con la norma, pero va en contra de los deseos de una clara mayoría de votantes estadounidenses. Las preocupaciones de Madison se han convertido en realidad.