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Opinión: Valonia pone en ridículo a la UE

21 de octubre de 2016

Valonia sigue bloqueando el tratado de libre comercio CETA, logrando que Canadá se retirara de la mesa de negociaciones. En opinión de Barbara Wesel, la UE sale avergonzada de la cumbre.

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El ministro-presidente de Valonia, Paul Magnette.
El ministro-presidente de Valonia, Paul Magnette. Imagen: picture-alliance/dpa/J.Warnand

Estamos presenciando un espectáculo político extraordinario: una región que solo representa el 0,7 por ciento de la población europea mantiene como rehén a los restantes 500 millones de ciudadanos en la Unión Europea (UE).

En el primer día de la cumbre en Bruselas, el príncipe regional Paul Magnette dio a entender a los jefes de Estado y de Gobierno europeos que a través de más conversaciones quizá sería posible resolver el problema valón. De ahí que se negociara febrilmente durante toda la noche – pero sin éxito. Y es que el viernes (21.10.2016) Magnette seguía jugando al póker y exigía con frialdad que se pospusiera la cumbre entre la UE y Canadá con el primer ministro Justin Trudeau planeada para la siguiente semana.  

No hay avances

¿De qué se trata todo esto? Una región que solo representa el 15 por ciento del volumen de negocios belga ha hecho del tratado con Canadá una cuestión de vida o muerte. Sin embargo, el intercambio de mercancías de Valonia con los canadienses apenas asciende a 150 millones de euros al año. ¿No sería posible enviar este dinero a la terca provincia y decir: "Ya déjenlo, nosotros les pagamos para que ya no se tengan que preocupar?

La corresponsal de DW en Bruselas, Barbara Wesel.
Barbara Wesel es corresponsal de DW en Bruselas.

El problema es que ni siquiera se trata de eso. La resistencia de los valones radica en una oposición fundamental a la globalización, que desde hace tiempo ya no se rige por los hechos sino por los sentimientos. Según los opositores a CETA, el comercio global de por sí es malo y todos los tratados de libre comercio son diabólicos. Y no importa qué tanto el acuerdo haya sido ajustado a las normas europeas. Valonia se opone a CETA porque tiene el poder legal para ello y porque cree que es beneficioso ideológicamente. Es como con el pequeño sindicato de maquinistas hace dos años en Alemania, cuando la huelga de los maquinistas paralizó el tráfico ferroviario.

Política interior belga sobre el escenario europeo

Por otro lado, esta farsa también está relacionada con la política interna de Bélgica. El gobierno central de Charles Michel se castró políticamente cuando delegó tanto poder a las regiones, de modo que también tienen derecho de veto en el caso de acuerdos internacionales. Esto es absurdo. 

En ese caso, el estado federado alemán de Renania del Norte-Westfalia, que es mucho más grande que Valonia, también debería poder opinar o la enorme región Provenza-Alpes-Costa Azul en Francia. El problema belga ya no tiene nada que ver con sentido común o representación democrática, sino con una estructura gubernamental disfuncional.

Un duro golpe para la Unión Europea

Para la Unión Europea, el problema valón es un desastre político. El mayor bloque comercial del mundo pierde su credibilidad. Si en los próximos días no se encuentra una solución, la UE quedará totalmente en ridículo. ¿Quién querrá volver a negociar un acuerdo con ella si al final una región cualquiera puede frenar y estropear todo?

Lo peor es que la Unión Europea se convierte en el blanco de burlas y escarnio. Si ya no es capaz de actuar a nivel de política comercial, un aspecto central del bloque comunitario, entonces qué sentido seguirá teniendo su existencia.   

Autora: Barbara Wesel