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"No hay que subestimar el anuncio de Erdogan"

Deger Akal
26 de enero de 2018

El anuncio de Erdogan de ampliar la ofensiva turca en Siria podría conducir a una escalada entre EE. UU. y Turquía, advierte el experto en Seguridad Rayk Hähnlein en entrevista con DW.

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Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía.
Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía.Imagen: picture-alliance/AP/M. Cetinmuhurdar

Deutsche Welle: Sr. Hähnlein, ¿cómo se podría evitar ahora un enfrentamiento entre EE. UU y Turquía, ambos miembros de la OTAN?

Rayk Hähnlein: Erdogan no debería extender su misión militar de ningún modo hacia el este, en dirección al territorio de influencia de EE. UU., donde ese país tiene sus propias tropas estacionadas, que apoyan a las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo), es decir, a la milicia kurda, el brazo armado oficial del Comité Supremo Kurdo del Kurdistán sirio. Si lo hiciera, eso conduciría a una considerable escalada del conflicto, impensable entre dos países miembros de la OTAN. Estimo que ese peligro es limitado en este momento. Según mis conocimientos, se limita a la actual acción militar turca en Afrín, a pesar de que no se debe subestimar la retórica de Erdogan de liberar la ciudad de Manbij, en el norte de Siria, de "terroristas".

 

El Gobierno turco dice que las YPG y el Partido de la Unión Democrática sirio (PYD) son el brazo sirio del PKK, Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). En Ankara temen que se establezca un Estado autónomo en el norte de Siria bajo la influencia del PKK. ¿Son fundamentados esos temores?

Rayk Hähnlein, experto en Seguridad, miembro del grupo de trabajo "Jóvenes expertos en Seguridad" de la Academia alemana para Política de Seguridad.
Rayk Hähnlein, experto en Seguridad, miembro del grupo de trabajo "Jóvenes expertos en Seguridad" de la Academia alemana para Política de Seguridad.Imagen: DW

Los turcos consideran que cualquier tipo de ambición de autonomía del PYD es muy peligrosa, ya que temen que esas aspiraciones autonómicas lleguen hasta el sur de Anatolia y, con eso, puedan amenazar la integridad nacional de Turquía. Esos temores turcos también están basados en que el PYD del norte de Siria y el PKK turco son, de hecho, muy difíciles de ver como dos entidades separadas. El gran ídolo de ambos movimientos es Abdullah Öcalan, el ideal político de ambos es muy similar, y también hay importantes sinergias militares y operativas. Por supuesto que también hay conexiones personales, aunque el PKK y el PYD tratan de que se las perciba como dos organizaciones diferentes. Luego del reciente ataque turco a Afrín, el PKK manifestó de inmediato su solidaridad y anunció que está dispuesto a devolverlo llevando la violencia a las ciudades turcas.

Turquía acusa a EE. UU. de apoyar la creación de un Estado kurdo en el norte de Siria.

En mi opinión, es absolutamente irrebatible que el PYD podría generar una alta autoestima política ya que es el representante más poderoso de los kurdos del norte de Siria debido a su éxito en la lucha contra la organización terrorista Dáesh, autodenominada Estado Islámico (EI). Eso también se constata en la exigencia del PYD de obtener amplia autonomía y autodeterminación, en el futuro de Siria, sobre los tres cantones que dominan en el norte de ese país.

En ese marco, el PYD evita el concepto de un Estado kurdo totalmente autónomo, sino que apuesta a que a esos cantones se les otorgue amplia autonomía en una Siria organizada federalmente. Los estadounidenses siempre se mantuvieron reticentes en cuanto a las exigencias políticas del PYD, y sin embargo lo apoyaron continuamente enviando armamento y expertos militares. Se debe decir que las demandas políticas del PYD fueron fortalecidas por Moscú. Los rusos dejaron en claro durante las conversaciones de paz sirias en Astana que los intereses políticos de los kurdos del norte de Siria no deben ser pasados por alto. Pero ahora, los rusos permitieron que Turquía llevara a cabo la ofensiva contra Afrin.

¿Qué gana Rusia con esta movida?

De este modo, los rusos logran dos cosas: Por un lado, atraen aún más a los turcos hacia sí y los alejan todavía más de Occidente. Por el otro lado, le ponen límites al PYD, lo mantienen en una nebulosa y debilitan la posición kurda en una posible negociación de posguerra con Assad. Un cálculo cínico de los rusos, y al mismo tiempo una efectiva estrategia de poder.

¿Qué podría, según usted, distender la situación en la región?

Es difícil hablar de una solución pacífica porque el conflicto está escalando en estos momentos. Pero pienso que es absolutamente urgente que el PKK y Turquía regresen al proceso de paz de 2013, que fue sacrificado en el verano de 2015 en beneficio de especulaciones de poder político. Las acciones militares y los ataques terroristas solo llevarán este conflicto hacia una espiral de violencia cada vez mayor. En la solución del conflicto en el norte de Siria, EE. UU. y Rusia deberían asumir un rol decisivo. Solo la presión conjunta desde Washington y Moscú puede bajar la tensión a la situación actual.

Entrevista: Deger Akal (CP/ VT)

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