Más que té de salón
13 de noviembre de 2006Kiki Bohemia, figura fina, vestido negro estampado; frente a un pequeño órgano entre el dormitorio y el comedor de su casa, canta, ojos cerrados, sus canciones. Cerca de 40 invitados sentados en sillas plegables, algunos parados, la escuchan atentamente en absoluto silencio.
Esta es precisamente la idea de los conciertos de salón. El impulso original viene de Holanda en donde Elena Brückner escuchó sobre estos eventos de salón. Desde marzo del año en curso ha organizado diversos en Berlín.
Alimentando el espíritu
Invita a tres músicos o un grupo de música a cada evento, al que pueden atender hasta 40 personas. La anfitriona presenta a los músicos y coordina la velada. "La idea es reunir a gente con los mismos intereses, este es el fin de los encuentros de salón", afirma Brückner.
También Britta Ganseboom junta a gente que comparte intereses similares. Su pasión es la literatura. En mayo de 1995 estableció el primer salón literario en Berlín y viene organizando, desde entonces, semana a semana, un nuevo encuentro.
"Los salones son un viejo concepto, que debía ser llenado con nuevo contenido. Los artistas y las personas interesadas en el arte pueden reunirse e intercambiar", cuenta Ganseboom, que subraya la importancia del intercambio entre generaciones.
Conexiones y el futuro
Bettina Phole organiza los "salones del futuro" de Berlín. Estos salones, a los que acuden artistas, políticos, periodistas, empresarios y científicos, sólo se organizan ocho veces al año. Después de un recepción breve, los participantes comparten la cena a lo que siguen las discusiones sobre el futuro.
Lo que hace tan especial estos "salones del futuro" es la conexión personal. Pohle invita a 50 participantes, por lo general personas interesadas en explotar los temas a fondo y seriamente. Organiza estos salones desde 1999 y está convencida de que ninguna otra ciudad alemana cuenta con las ventajas que ofrece Berlín.
"El renacimiento de la cultura de salón ha tenido tal auge en Berlín en buena medida por la historia de la ciudad, además de tratarse de la actual capital. Es una ciudad viva en la que siempre sucede algo, pero a la vez se requiere de estos espacios para la intimidad y el intercambio", dice Pohle.
Ya sea que los participantes cuenten con una invitación personal o hayan comprado un boleto de entrada, en los salones comparten con personas que piensan similar o que tienen los mismos intereses.