Los fascinantes secretos de Luis II
11 de agosto de 2011El rey Luis II murió hace 125 años y hoy en día cada uno tiene una imagen diferente de lo que fue este hombre de “sangre azul”. El misterio en torno a su figura ha servido de motor del turismo en Baviera. En Múnich y los castillos Neuschwanstein, Linderhof y Herrenchiemsee las huellas de la vida de Luis II son vívidas muestras de que el Luis II construyó en piedra lo que para otros se queda en cuentos de hadas. Tanto que entre los cientos de miles de turistas que peregrinan a los lugares, sobre todo los estadounidenses se preguntan qué existió primero: los castillos del rey Luis II o Disneylandia.
Luis II nació en 1845 en Múnich, donde fue coronado rey, en calidad de heredero del trono de los Wittelbach. En dicha capital bávara también reposan sus restos mortales. Y aunque no se puede decir que Luis II amara a su ciudad natal, es justamente allí en donde se ha promovido su inusitada fama postmortem.
Herrenchiemsee: más fabuloso que Versalles
Para Gabriele Weishäupl, directora de la oficina de turismo de Múnich, Luis II es un fenómeno mundial. Sus admiradores vienen de Asia, Estados Unidos y Europa, sobre todo desde Francia. No en vano fue Luis II un admirador de Luis XIV, el “Rey Sol”, y su estilo absolutista de gobernar. Eso quedó plasmado en el castillo de Herrenchiemsee que es casi una réplica surrealista de Versalles. Herrenchiemsee, escondido tras un denso bosque en el centro de una verdísima isla; supera incluso a Versalles en monumentalidad.
En el castillo de Nymphenburg de Múnich, casa natal de Luis II, el singular noble hizo construir, ya en el siglo XIX, un jardín sobre el techo de la edificación que si hoy aún existiera sería una maravilla de la ornamentación ecológica de las ciudades.
Wagner y los soldados: prohibido roncar
Luis II fue un apasionado de la música de Richard Wagner, quien escenificó unas 200 funciones operáticas privadas para el rey. Para mejorar la acústica del teatro, con él como único espectador, el rey Luis II hacía llenar la platea con soldados como público. Y como a las tropas en la ópera les era prohibido mirar al rey, pues él quería disfrutar la música “solo”, los soldados podían reclamar ese tiempo como “servicio”, así durmieran mientras en el escenario se sucedían las más aventuradas leyendas del amor operático. Con una condición: roncar estaba estrictamente prohibido.
La muerte del joven rey, el 13 de junio de 1886 en el lago de Starnberger, es uno de los misterios aún no resueltos alrededor de Luis II. Y la monarquía bávara hace parte de los misterios. ¿Por qué fue destronado Luis II? ¿Y por qué murió – o tuvo que morir – poco tiempo después? ¿Por qué murió con él su psiquiatra Bernhard von Gudden? ¿Fallecieron ambos, realmente, ahogados, como cuenta la leyenda? Imposible decirlo hoy con certeza.
¿Asesinato? ¿Suicidio? ¿Actuó el rey en el papel de “homicida”? ¿Acaso le dio un infarto después de haber matado a su psiquiatra? Hasta hoy la familia Wittesbach prohíbe su exhumación para investigaciones forenses.
Entre tanto, las leyendas crecen y, con ellas, el turismo y las ventas de productos alusivos a su misteriosa figura.
Autor: Jochen Kürten /José Ospina-Valencia
Editora: Emilia Rojas