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UE y el pacto migratorio: una victoria para los populistas

Barbara Wesel
23 de septiembre de 2020

El nuevo pacto migratorio de la UE pone fin a la redistribución de refugiados. La propuesta de Bruselas es una declaración de rendición ante los populistas, opina Barbara Wesel.

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Los comisionados de la UE Margaritis Schinas (centro) e Ylva Johannson (dcha.), durante la presentación del nuevo pacto migratorio.
Los comisionados de la UE Margaritis Schinas (centro) e Ylva Johannson (dcha.), durante la presentación del nuevo pacto migratorio.Imagen: Dursun Aydemir/picture-alliance/dpa

Desde 2015, la Unión Europea ha estado profundamente dividida y enemistada en lo referente a la política de refugiados. Recientemente, el incendio en el campamento de Moria dejó al descubierto las normativas disfuncionales vigentes. Ahora, la Comisión Europea vuelve a tomar carrera con un nuevo paquete de migración. Una especie de último intento, pero, al mismo, tiempo una declaración de bancarrota.

Se trata de un "nuevo comienzo", promete la Comisión de la UE. Una "respuesta europea a un desafío común" y una propuesta para un "sistema de gestión fiable" para los flujos de refugiados. De este modo, la autoridad de Bruselas trata de vender vino viejo en botellas nuevas.

Antiguas prácticas conocidas

Uno se encuentra con aspectos conocidos desde hace mucho tiempo, como, por ejemplo, la mejor protección de las fronteras exteriores, que es tan difícil de aplicar en el mar cuando el derecho internacional prohíbe el hundimiento de botes de refugiados. Las vallas a lo largo de la antigua ruta de los Balcanes ya fueron construidas, solo que desde entonces los traficantes han estado transportando a los migrantes en camiones.

O las unidades del grupo de trabajo de la UE, compuestas por policías de frontera, juristas, traductores y otros ayudantes, que se supone deberían apoyar a los estados miembros cuando repentinamente llegan demasiados refugiados. De hecho, un grupo así también debería haber estado activo en Moria, pero ¿qué falló allí?

Y luego, las decisiones aceleradas en las fronteras, que afectan a migrantes de países con bajas cuotas de reconocimiento. Bruselas ha soñado con eso durante años, pero la idea siempre ha fracasado debido a la realidad jurídica. ¿Qué sistema jurídico se utilizará para decidir sobre esto? ¿Se podrá apelar? ¿Quién pondrá a disposición los jueces?

Las reglas de Dublín y el fin de la redistribución

Por último, otra medida ya conocida: la deportación, llamada "Retorno a los países de origen y tránsito". Dos tercios de los inmigrantes que llegan a Europa no tienen derecho de asilo, explica la comisaria de la UE para la Migración. Y habla una vez más de acuerdos con terceros países, a los cuales se los quiere convencer de la recuperación de sus ciudadanos. La UE ha intentado hacer esto durante años, y nunca ha funcionado. ¿Por qué debería funcionar en el futuro?

Barbara Wesel, corresponsal en Bruselas de DW.
Barbara Wesel, corresponsal en Bruselas de DW.

Uno de los ejes de la política anterior fue el denominado Reglamento de Dublín, según el cual el primer país de entrada es responsable de los migrantes que llegan. Los países de la frontera exterior sur, como Italia, Grecia y España, llevan mucho tiempo protestando contra eso.

Ahora, la UE no quiere derogar estas normas, pero quiere ampliar los criterios: cualquier persona que tenga familiares en otro país de la UE debe ser llevada allí. Esto significa que a los países en los que ya viven muchos refugiados recibirán automáticamente a más de ellos. Es dudoso que Alemania o los países escandinavos reaccionen con entusiasmo ante esa idea.

El núcleo del nuevo pacto de migración, sin embargo, es el fin de la redistribución. Bruselas se ha dado cuenta de que no se puede obligar a los europeos del este a acoger refugiados, y está capitulando ante esta tarea. Esa es una victoria para populistas como Viktor Orban, el primer ministro de Hungría. Por cierto, este no tiene ningún empacho en volver a atizar el debate con su loca idea de propaganda de extrema derecha sobre el "intercambio de la apoblación", es decir, el reemplazo sistemático de cristianos húngaros por inmigrantes musulmanes.

Deportación en lugar de admisión

En lugar de eso, ahora Bruselas propone el llamado "mecanismo de solidaridad”: los países que no quieran acoger a los refugiados pueden ocuparse de su deportación. No está muy claro cómo se supone que funcionará esto en la práctica, pero esa tarea podría volverse muy popular en Varsovia, Praga y Budapest.

Sin embargo, en estas circunstancias, ¿qué es lo que va a impulsar a los demás Estados miembros a no seguir el mismo camino y a no mostrar su "solidaridad", de la misma manera, durante la repatriación?¿Quién, en estas circunstancias, querría incluso acoger a los refugiados?

La propuesta de Bruselas es una declaración de rendición ante los populistas y les otorga una victoria inmerecida. Algo que faltó por completo aquí es la palabra "humanidad". Aquí triunfa la gestión de la migración sobre la condición humana.

(ct/cp)