Viene el impuesto a las transacciones financieras
29 de septiembre de 2011
Impuesto a la transacción financiera: el nombre no es bonito. Los que favorecen la idea prefieren hablar de “un impuesto contra la pobreza” o “mpuesto Robin Hood”. Desde hace más de diez años, el movimiento antiglobalización lo defiende.
Peter Wahl, de la organización no gubernamental WEED (por sus siglas en alemán, Weltwirtschaft, Ökologie und Entwicklung, economía mundial, ecología y desarrollo), fue por mucho años el hazmerreír de banqueros y políticos.
Éstos calificaban de utópica la introducción de un gravamen a la compra y venta de acciones, inversiones y derivados. Pues, en caso de que existiese en Alemania por ejemplo, los negocios se llevarían a cabo en Nueva York y no en Fráncfort del Meno. Es decir, o todos o nadie. Y al parecer nadie quería realmente. Sin embargo, el frente de oposición al impuesto comienza a resquebrajarse. La canciller alemana, Angela Merkel, está a favor; también el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Y la Comisión Europea; a ésta le gustaría que los 27 países de la Unión Europea lo introdujeran.
Cambio repentino
¿A qué se debe el cambio? Según Peter Wahl, “por un lado se ha comprobado que la solución de los problemas internacionales es casi imposible si se espera a que todos estén de acuerdo. El segundo motivo es que la crisis financiera ha venido a corroborar muchos de nuestros argumentos. Ha demostrado lo peligroso de la especulación y ha puesto de manifiesto la necesidad de regular los mercados financieros”.
El impuesto no es muy alto: según el modelo que se emplee oscila entre el 0,01 y el 0,1 por ciento. Atañe a bancos, aseguradoras e institutos financieros. A pesar de su pequeñez, podría representar millones en ingresos. Tanto WEED como la organización humanitaria Oxfam calculan entre 100 y 150 mil millones anuales a nivel global. Si se introdujese sólo en la UE, representaría un ingreso adicional de 50 mil millones. El mundo financiero, así el cálculo, al fin participaría de los costos desencadenados por la crisis.
Divergencia de opinión en el objetivo
“En nuestra campaña lo llamamos ´impuesto contra la pobreza´. Proponemos que los ingresos sean divididos en tres. Un tercio para combatir la pobreza; un tercio para la ecología global; un tercio para la ayuda al desarrollo”, explica Wahl. Pero la Comisión Europea tiene otros planes: quiere que ese ingreso vaya a sus arcas. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, insiste en su derecho a determinar el objetivo.
Para los que favorecen la idea es importante que éste aporte a estabilizar los mercados financieros, de tal manera que en el futuro la especulación ya no sea atractiva.
Una realidad ajena al mundo
Es un hecho que los mercados financieros hace rato que se han alejado de la realidad. Según observa Stephan Schulmeister, economista del Instituto Austríaco de Investigación Económica en Viena, “en este momento en el mercado financiero se negocia con un volumen 70 veces superior a la producción real del mundo entero. En primer lugar, esto tiene que ver con la tecnología de la comunicación, que en fracciones de segundo lleva los cambios en los mercados a todas partes del mundo”.
El casino mundial
“Un exportador alemán negocia con China y paga en dólares que luego cambia. La transacción le permite una actividad en la economía real. Si un comprador de divisas compra 10 millones de dólares a las nueve de la mañana porque cree que en los próximos segundos la curva del dólar va a subir y los vuelve a vender 1,5 minutos después, la especulación se ha convertido en un objetivo por sí misma”, explica Schulmeister. Y puntualiza que la especulación a corto plazo puede fortalecer las burbujas y las crisis y representa un peligro para la estabilidad de los mercados financieros. Cabe resaltar que el margen de ganancia en las transacciones a corto plazo es limitado. Un impuesto de 0,05 por ciento haría que este tipo de negocios se redujera en un 70 por ciento. Según el economista austríaco, para el mundo esto no representaría gran pérdida.
“Uno puede imaginar un casino en donde cada tres minutos se puede hacer apuestas o un casino en donde cada 30 milisegundos se puede hacer apuestas. La suma de las fichas puede ser la misma. Pero el ritmo de las apuestas en un sistema computarizado es más febril. El impuesto a las transacciones podría ejercer de freno, pues le tocaría justo a las transacciones a muy corto plazo”, anota Schulmeister.
Fráncfort, París, Nueva York
Como fuere, poco probable es que se introduzca esta tasa a nivel internacional. Estados Unidos y Gran Bretaña están en contra; con ello, las dos plazas más importantes del mundo seguirían estando libres de ese impuesto. Tampoco en las bolsas asiáticas hay buena resonancia.
Como varios otros banqueros, Josef Ackermann, el director de Deutsche Bank, opina que este impuesto afectaría a la capacidad: Fráncfort y París saldrían debilitadas, los negocios se irían a otras bolsas. Quienes están a favor del impuesto opinan que éste debe estipularse de acuerdo al domicilio fiscal: los negocios de clientes alemanes tendrían que ser gravados, sea donde fuere que éstos tengan lugar. Por el contrario, los inversionistas de Estados Unidos podrían negociar en Fráncfort sin tener que pagar impuestos.
“La crisis de los mercados financieros es una crisis estatal de deuda. Y ella tiene lugar o no tiene lugar, independientemente de la existencia de la tasa”, opina Jörg Krämer, gerente del Commerzbank, quien tampoco la ve con buenos ojos pero, al parecer, se ha resignado a su llegada.
Autor: Andreas Becker/Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas