Fue la cumbre más corta de los últimos tiempos: se reunieron, cenaron y se relajaron. La primera ministra de Gran Bretana Theresa May, no llevó ninguna propuesta nueva porque es la última que posee una solución definitiva para la actual situación. A pesar de que el balón está ahora en terreno británico, luego de que la Unión Europea ha suavizado su posición con respecto a evitar una frontera rígida en la isla, en el caso irlandés.
El drama es parte del juego
El espectáculo de este tipo de negociaciones internacionales es conocido. Al principio hay progresos relativamente grandes y los socios parecen razonables. Después se comienzan a discutir los detalles, y allí empiezan las disputas. Posteriormente, se entra en la fase de los dogmatismos y, al final, el fuego de las negociaciones debe ser alimentado para, a último momento, bajo una presión máxima, llegar a un acuerdo. La UE tiene mucha experiencia en este tipo de procesos.
En la cumbre de Bruselas hubo una administración bien orquestada de las expectativas. Rara vez es posible encontrar tantas esperanzas, determinación y buena voluntad para llegar a un acuerdo. Incluso el presidente francés, Emmanuel Macron, quien muestra una línea dura, decía ver un éxito al alcance de la mano.
Gran Bretaña debate
Mientras tanto, en el Reino Unido, el debate continúa. Aquellos que defienden una línea dura quieren abandonar la UE de la noche a la mañana, sin contemplaciones y, sobre todo, sin ningún tipo de compensación económica. Pero nada es tan sencillo.
En tanto, para quienes tienen una posición moderada, hasta ahora los éxitos de la negociación de Theresa May son demasiado escasos.
Por su parte, aquellos que desean continuar en la UE quieren detener la carrera del "brexit" y abogan por un nuevo referéndum.
El pro "brexit" Partido Unionista Democrático (DUP, por sus siglas en inglés) de Irlanda del Norte, afirma que lo bloquearía, mientras los escoceses amenazan con retirarse. En paralelo, la oposición quiere nuevas elecciones. Con todos estos condicionamientos, el campo de acción de Theresa May queda muy reducido.
La única posibilidad para los europeos en este caos es delimitar, de ambos lados y en la medida de lo posible, los dogmatismos.
Si el DUP, que brinda a May la mayoría en el parlamento, saca a relucir los principios sagrados de la Unión de Gran Bretaña, cualquier propuesta racional está destinada a fracasar.
Un final feliz todavía está lejos, y es incierto
Michel Barnier, jefe negociador de la UE, dijo que continuará las conversaciones con "tranquilidad y paciencia". En efecto, los europeos deben proseguir con las negociaciones con los británicos hasta que el creciente pánico en el otro lado vuelva posible llegar a un acuerdo. Eso podría suceder en diciembre.
La UE debería hacer pleno uso de su fuerza en el conflicto sobre la cuestión irlandesa. Incluso aunque no haya certezas de que la conocida estrategia de tensar cada vez más la cuerda realmente funcione en el caso de las negociaciones del "brexit". La primera ministra May se encuentra en una posición débil y en cualquier momento puede ser víctima de su propio partido. La situación política en Londres es impredecible e incierta, y la mayoría en el parlamento no está asegurada.
El arma más fuerte de los europeos es su unidad. Y, por supuesto, los gobernantes de la UE conocen la ley de Murphy. Solo esperan que, como en los cuentos de hadas, todo termine bien.
(dg/er)
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