La eutonía: el tono muscular armonioso
29 de septiembre de 2004"Es preciso aprender cada día un poco más que somos ese cuerpo en el cual podemos apoyarnos". Gerda Alexander nació en Wuppertal, Alemania, en 1908. Se formó como profesora de rítmica a través del método Jaques Dalcroze. Sus intereses se ubicaron en la música, el teatro y la expresividad en la danza. Como docente entró en contacto con la reforma pedagógica de su tiempo y con los nuevos conceptos educativos de María Montessori, los cuales postulan que el aprendizaje debe provocar felicidad, alentar la propia creatividad y capacidad natural de los niños, ya que es uno mismo quien construye su aprendizaje.
Debido a repetidas fiebres reumáticas y a una afección cardiaca, empezó a indagar en sí misma cómo moverse de la manera más efectiva posible sin llegar a fatigarse. Observó a sus alumnos, sus dolencias y dificultades en la movilidad, con el cuerpo tanto en reposo como en movimiento e investigó sobre los fundamentos neuropsicológicos de los movimientos naturales del ser humano, creando su propio método al cual llama “eutonía”.
Los inicios de su escuela
Gerda Alexander comprendió que al trabajar con la capacidad del ser humano de moverse y desplazarse en el espacio y la acentuación de esa conciencia, no sólo se mejora la calidad de movimiento de la persona, sino que esto influye también en su comportamiento general. Ello lo experimentó con personas tanto sanas como enfermas, de las más variadas edades. Durante la Segunda Guerra Mundial emigró a Dinamarca, y es en 1940 cuando fundó “oficialmente” su primera escuela de eutonía en Copenhague. A partir de entonces la eutonía se difunde por Europa y en toda América.
Gerda murió en su patria adoptiva en 1994, procurando haber creado una pedagogía que incidiera en la gente, produciendo un cambio positivo en su conducta y educación. Fue su manera de colaborar para que la discriminación y la violencia social y religiosa que había tenido lugar en su Alemania natal no volvieran a repetirse.
La búsqueda del buen tono
El término eutonía se compone de dos términos griegos: “eu” que significa bueno o armonioso y “tonus” que expresa tensión y se refiere al tono muscular, el grado de tensión o elasticidad de nuestras fibras musculares.
Se basa en la experiencia del propio cuerpo, orientada a lograr una toma de conciencia de la propia realidad, corporal, psíquica, mental y espiritual. Las emociones y la imaginación influyen sobre la musculatura. El tono muscular se traduce en gestos, actitudes, modos personales que habitan el cuerpo. La respiración, la voz y la expresión de nuestro cuerpo dependen de nuestro tono muscular y lo manifiestan.
Efecto integral
Es una disciplina que toma el conocimiento del propio cuerpo como motor de búsqueda para poder adquirir un buen uso de sus estructuras y la capacidad de fluir entre niveles de tensión óptima (es decir que se adecuen a las necesidades del individuo para cada una de sus actividades cotidianas). Un buen tono muscular es aquel que permite flexibilidad y adaptabilidad, acorde con nuestro deseo en cada circunstancia de la vida. Es entonces lo contrario de un tono que permanece en un estado de excesiva tensión, provocando que el movimiento no sea ágil (hiper-tono) o de uno muy bajo que deja la sensación de un cuerpo pesado sin la fuerza necesaria (hipo-tono).
Toda alteración en la tonicidad muscular genera alteraciones en los controles automáticos del sistema vegetativo, el cual regula la circulación, el metabolismo, el sistema glandular y las funciones de todos los órganos y sistemas del cuerpo. Todo trastorno físico tiene repercusiones psíquicas y viceversa. Se puede comprender así que actuando sobre la tonicidad se puede influir sobre todo el ser humano.
El proceso de reorganización corporal
En las clases, grupales o individuales, el eutonista (terapeuta experto en eutonía) acompaña al alumno en el proceso de reconocimiento y exploración personal sin interferir ni influenciarlo, permitiendo el desarrollo de sus propias potencialidades.
Se estimula el contacto o tacto consciente, el cual se integra en un proceso de observación y atención, puestos en donde se establece el encuentro tanto con personas como con objetos. Se experimenta con el volumen del cuerpo, la presencia de nuestro esqueleto y su orientación en el espacio, además de su transporte y su uso. Se trabaja también con distintas calidades de movimientos (pasivos o activos, pequeños o que requieren mayor fuerza). Existen posiciones de control para evaluar el estado de flexibilidad y vibraciones vocales y óseas que funcionan como estímulos.
La formación del eutonista
El eutonista desde su “estado perceptivo” acompaña y guía al paciente a través de palabras, que a modo de consigna van desencadenando el hacer. También está habilitado por una formación de cuatro años para tocar al paciente con sus manos y estimular su buen tono muscular. Esta percepción sensible del terapeuta debe estar entrenada tanto para establecer un contacto no intrusivo como para saber claramente cuándo no tocar.
Los principios de la eutonía ayudan al individuo a desbloquear las “fijaciones tónicas”. Los desbloqueos pueden suceder inmediatamente o con el tiempo, encontrándose formas nuevas y más sanas de funcionar en armonía con su cuerpo y su mente.
Su influencia positiva se extiende a los problemas psicosomáticos, ortopédicos y neurológicos. Puede ser empleada tanto para la prevención como para la rehabilitación. Es utilizada en los ámbitos de educación para niños y adultos con discapacidades, con disfunciones visuales o motoras, en la preparación para el parto o en el campo de las artes, para poder arribar, finalmente, como ansiaba Gerda Alexander, “a una experiencia total del cuerpo”.