La Carta Fundamental alemana: de provisional a definitiva
23 de mayo de 2009El objetivo de las potencias vencedoras, después de que el 8 de mayo de 1945 hubiera cesado la locura de la II Guerra Mundial, era que Alemania jamás pudiera volverse a convertir en una amenaza para la paz. Decididos, asumieron los poderes gubernamentales y dividieron el país en cuatro sectores de ocupación: uno estadounidense, uno británico, uno francés y un cuarto en el este para el aliado soviético.
No hizo falta que pasara mucho tiempo hasta constatar la existencia problemas a la hora de definir el estatus del país en su conjunto, tal y como fijaba el Tratado de Potsdam. Estados Unidos y Gran Bretaña fueron los primeros en unificar económicamente sus sectores. Allí, en la zona francesa y en el Berlín occidental, el marco alemán sustituyó en 1948 al antiguo “Reichsmark”. Este paso creaba un espacio económico y monetario común, y le allanaba el camino a la división de Alemania.
El fin del derecho de guerra
Los primeros ministros de los diez Estados federados que componían la Alemania occidental, además de representantes de la ciudad-Estado de Hamburgo y del Berlín occidental, habían recibido una invitación para presentarse el 1 de julio de 1948 en Fráncfort del Meno. Allí, los gobernantes militares de los tres sectores occidentales le contaron a la cúpula de la política regional germana cuáles eran sus planes para el futuro del país.
Para Alemania, que se encontraba aún bajo dictamen del derecho de guerra aliado, ese día se dio un paso significativo hacia la recuperación de su regencia. El llamado Documento de Fráncfort encargó a políticos de las tres potencias de ocupación la fundación de un Estado alemán que estuviera en condiciones de recuperar la independencia pasados tres años.
La tarea de crear un provisorio
En consecuencia, los políticos alemanes convocaron parte una asamblea parlamentaria. La tarea del gremio: redactar una constitución. Ésta debía, según establecía el Documento de Fráncfort, “instituir para los Länder implicados en el proceso una forma de gobierno de tipo federal que esté en condiciones de recomponer la unidad alemana en el presente resquebrajada”.
Los 11 parlamentos regionales enviaron a la asamblea un total de 65 comisarios, más otros 5, sin derecho, a voto que acudieron en representación de Berlín. A la historia pasarían estos personajes como los “padres y madres de la Ley Fundamental”. Uno de los puntos más delicados de su labor fue la de no cerrarle la puerta a la Unión Soviética, la cuarta potencia que se resistía a tomar parte.
La oferta de los aliados era sin duda tentadora: en los tiempos que corrían, la posibilidad de fundar un Estado independiente en el territorio de los tres sectores occidentales y recuperar así, aunque fuera sólo en la mitad del país, la soberanía, no era poco. Pero la pérdida de la Alemania oriental seguía doliéndole a la clase política germana. El precio se calculaba demasiado alto, de ahí que tanto los cristianodemócratas como los socialdemócratas apostaran por que la constitución fuera un documento provisional, a la espera de que la parte sesgada tuviera la oportunidad de reintegrarse.
La Unión Democratacristiana (CDU), sus socios de la Unión Cristianosocial (CSU) y también sus opuestos políticos del Partido Socialdemócrata (SPD) estaban convencidos de la corrección de su “teoría del imán”: con la economía y la actividad política de la Alemania occidental en crecimiento constante, el sector soviético no tardaría en sentirse atraído.
Embaladas las jirafas y los elefantes, la asamblea inicia en Bonn sus sesiones. ¡Siga leyendo!
Vivir y trabajar sin miedo
El lugar elegido para la celebración de las sesiones de la asamblea constituyente fue Bonn: en pleno corazón de la zona británica, a la ciudad renana se accedía fácilmente desde los restantes territorios.
Los trabajos para acomodar a los políticos en la que se convertiría en la capital de la RFA durante los años sucesivos se libraron a contrarreloj. Mientras se hacía sitio para los comisarios, los empleados del Museo del Rey (Museum König) metían a toda prisa jirafas de cuatro metros y medio de altura en cajas de madera: allí donde hasta hacía poco se habían expuesto elefantes indios, monos y otros animales disecados, iba a decidirse el devenir de Alemania.
En aquel curioso ambiente y bajo la presidencia del conservador Konrad Adenauer, quien después sería nombrado primer canciller de la RFA, se reunieron los miembros de la asamblea y elaboraron una Ley Fundamental cuya labor era la de ser constitución, pero sólo temporalmente. Pese a su carácter provisional, el texto legislativo debía sustentarse en los pilares de la democracia, la libertad y el respeto de los derechos humanos.
Ya en la sesión de apertura, el 1 de septiembre de 1948, el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Karl Arnold, apeló en su un discurso a la conciencia de los presentes. “Cada vez que incluyan una palabra en la Ley Fundamental”, dijo Arnold, “piensen que ésta tiene que ser una Carta para la vida pública alemana y que ha de darle a todos los individuos la certeza y la absoluta garantía de que sus inalienables derechos serán respetados y protegidos con todos los medios de los que dispone el Estado, y que pueden vivir y trabajar sin miedos ni temores”.
Un día triste en la historia de Alemania
No todos los derechos humanos fueron defendidos con la misma contundencia que pedía Arnold para el ciudadano que vive y trabaja. La igualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo, tuvo que abrirse paso entre el escepticismo y las objeciones de muchos comisarios masculinos. Sin embargo, encontró su espacio en el documento gracias a las “madres de la Ley Fundamental”, féminas como la centrista Helene Wessel, la democratacristiana Helene Weber y las socialdemócratas Friederike Nadig y Elisabeth Selbert, que se impusieron a las reticencias de sus colegas.
Finalmente, discutida cada una de sus palabras, la constitución provisional fue sometida a votación el 8 de mayo de 1949. Con voz firme, Konrad Adenauer anunció el resultado: 53 votos a favor y 12 en contra daban a la Ley Fundamental el aprobado. Después de recibir el visto bueno de los parlamentos regionales, con excepción del bávaro, y de los representantes de los vencedores occidentales, el 23 de mayo pudo entrar en vigor, lo que no evitó que los gobernantes militares mantuvieran la ocupación y se opusieran a que el Berlín occidental fuera el Estado federal número 12.
El 23 de mayo de 1949 no fue un día alegre en Alemania. Una parte del país disponía de una nueva constitución, pero firmaba al mismo tiempo su segregación de la otra mitad.
Temporalmente para siempre
Según los expertos, la Ley Fundamental sigue conteniendo a día de hoy todo lo que una legislación de estas características necesita. El adjetivo de provisional que se le dio hace 60 años tenía mero carácter simbólico. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989 y la reunificación de Alemania, se discutió si había llegado el momento de que recibiera el nombre de constitución, pero los ciudadanos no consideraron que fuera necesario.
La relación de los alemanes con su Ley Fundamental es buena, opina Christoph Möllers, profesor de derecho público en la Universidad de Göttingen. Y además, asegura, es un ejemplo para muchos otros Estados que se enfrentan o se han enfrentado al paso de una dictadura a una democracia. Según Möllers, el documento alemán es una de las constituciones más influyentes del mundo.
Autora: Birgit Becker
Editora: Claudia Herrera Pahl