Joven colombiana lucha por proteger su isla
9 de mayo de 2019Yassandra Marcela Barrios Castro habla con un pequeño grupo de pescadores en una playa de Tierra Bomba, una isla frente a la costa de Cartagena, al norte de Colombia. Es la única mujer del grupo y los hombres que la rodean, podrían ser de la edad de su padre y gesticulan salvajemente.
Pero la joven de 19 años mantiene la calma, mientras explica las fatales consecuencias para el arrecife y sus habitantes de la pesca con explosivos que realizan.
Los pescadores de Tierra Bomba llevan décadas empleando dinamita para pescar y no escuchan con agrado que lo están haciendo mal y menos en boca de una adolescente.
"Para los hombres es muy fácil no tomarme en serio porque soy una niña”, dice Yassandra. "Y la edad es algo que se respeta mucho aquí. Así que no es una tarea fácil para una mujer joven enfrentarse y decir que una vieja tradición está mal, y que está dañando el mar”, explica la joven.
Destruyendo el sustento de la isla
Yassandra vive en Boca Chica, en la costa sur de Tierra Bomba. La isla está rodeada de arrecifes de coral y sus 9.000 habitantes dependen en gran medida del mar para su alimentación. Pero la pesca de arrastre y con explosivos están destrozando los mismos ecosistemas que dan sustento a la comunidad.
"Hay mucha gente aquí que no es consciente del impacto de sus acciones”, dice Yassandra. "Están dañando el mar y me temo que podría ser irreversible”, lamenta. Muchos isleños luchan por llegar a fin de mes y apenas hay oportunidades educativas. Según la bióloga Valeria Pizarro esto dificulta la sensibilización de la población en temas ambientales.
"La gente de aquí tiene problemas más urgentes”, dice Pizarro, que lleva décadas investigando los arrecifes del Caribe colombiano.
Eso hace que Yassandra, que estudia biología marina en la Universidad de Sinú en Cartagena, sea una excepción. "Quiero entender en detalle lo que está ocurriendo en el océano”, dice. "La carrera me ofrece una perspectiva más profunda”, aclara.
Yassandra es la única mujer de su curso. Cada día viaja dos horas en barco para asistir a las clases. Lo que aprende, lo quiere compartir con aquellos que no han tenido la oportunidad de obtener una educación formal, por lo que organiza debates comunitarios para involucrar a los habitantes locales en las amenazas ambientales a las que se enfrentan.
"Trato de explicarles que si protegemos el arrecife y nuestro mar, entonces más gente vendrá a verlo, y eso traería dinero a nuestra isla”, dice. "Además, si destruimos completamente los arrecifes, no tendremos nada que pescar”, añade.
Cambiando las actitudes culturales
Cálida, sonriente y llena de energía, Yassandra tiene un don para ganarse a la gente. Lo que es una suerte, dada la cultura a la que se enfrenta. Pizarro cuenta que las mujeres aquí se acostumbran a ser interrumpidas e ignoradas, y a que los hombres se atribuyan el mérito de sus ideas.
"Si quieres hablar, ser escuchada y hacer un cambio tienes que tener una personalidad fuerte y ser capaz de lidiar con los chismes y con que te llamen histérica”, dice Pizarro. "Tienes que ser capaz de hablar en voz alta, y ser lo suficientemente valiente como para interrumpir”, añade.
Los temas que plantea Yassandra también se refieren a una parte importante del deber y orgullo masculino: traer un ingreso decente para mantener a la familia. Está muy bien decirle a la gente que su trabajo tiene consecuencias ambientales, pero Pizarro admite, que "el cambio es muy difícil cuando se es pobre”.
"Siempre lucho por "exigir” un cambio en la gente” dice Pizarro. "Sé que la sobrepesca es un gran problema para cualquier ecosistema marino, pero ¿cómo puedo pedirle a alguien que no tiene dinero para alimentar a su familia que deje de pescar?”
El verdadero desafío es ofrecer alternativas y hay proyectos locales que lo intentan. Es el caso de una escuela de buceo donde Yassandra también es estudiante.
De la pesca al turismo
Paraiso Dive Cartagena, tal y como se llama la escuela, está enseñando a bucear a los jóvenes de Tierra Bomba. La esperanza es que algún día puedan ganarse la vida como instructores de buceo y guías en lugar de pescadores.
Colombia cuenta con 2.900 kilómetros de costa. Sus aguas del Caribe y el Océano Pacífico albergan 2.600 especies marinas, incluyendo 155 corales y seis de las siete especies de tortugas del mundo. Todo esto es un gran atractivo para los turistas, pero la mayoría de los instructores de buceo y guías turísticos no son locales, y eso es algo que Paraíso Dive quiere cambiar.
La escuela de buceo también enseña conservación. Vienen investigadores de todas partes del mundo y a menudo comienzan proyectos de monitorización de arrecifes. Cuando regresan a casa, pueden emplear a los locales para que continúen con su trabajo de campo, gracias a esa capacitación.
Christina Kuntz, copropietaria de la escuela de buceo, quiere ofrecer a los jóvenes una forma de ganarse la vida con el arrecife sin dañarlo. "Es realmente importante ofrecer una alternativa económicamente viable si lo que queremos es disuadir a la gente de la práctica de la sobrepesca”, explica.
Pero una vez más, es más difícil para las estudiantes mujeres que para los hombres. "Las mujeres de aquí tienen que lidiar con el sexismo arraigado”, dice Kuntz. "Se espera que se queden en casa, y no tienen las mismas oportunidades que los hombres”.
Yassandra es una de las cuatro jóvenes que participan en el curso de buceo. "Es muy importante para que puedan decir: sí, puedo bucear y sé cómo funciona todo este equipo”, añade Kuntz.
Una nueva generación exige un cambio
Es importante abrir nuevos caminos en el activismo y potencialmente en el lugar de trabajo "para las mujeres, los afrocolombianos, las comunidades isleñas, los biólogos marinos y para los submarinistas”, le explica Kuntz a Yassandra.
Así como para el medioambiente, que está tratando de proteger, y que ahora está bajo presión del cambio climático y de la sobrepesca. La cobertura de coral en los arrecifes del Caribe ha disminuido de un promedio del 50 por ciento a tan solo un 10 por ciento.
"La degradación de los arrecifes coralinos y el cambio climático en general afectarán primero a las poblaciones insulares marginadas como Tierra Bomba, por lo que personas como Yassandra son fundamentales para proteger a esas comunidades y a los ecosistemas de los que dependen”, afirma Kuntz.
Una vez titulada, Yassandra será la única bióloga marina de la isla. "Soy parte de una nueva generación que quiere proteger mi isla”, dice Yassandra. "Si puedo encontrar una forma de unir a la gente para proteger nuestros arrecifes, entonces nuestra isla va a tener un futuro brillante”, concluye.
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