Irán: ¿buenos ojos para la oferta internacional?
16 de junio de 2006
En los pasillos vieneses de la central de la Agencia Internacional para la Energía Atómica las críticas a Irán no han disminuido. Se habla de experimentos con plutonio y actividades diversas que podrían estar relacionadas con intentos por parte Teherán de hacerse con armamento atómico. Estados Unidos mantiene en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la amenaza de aplicar duras sanciones contra Irán. En el país islámico, mientras tanto, el nacionalismo sigue proclamando que Irán "no se arrodillará ante occidente".
Sin embargo, la dureza de las posturas no logra ocultar que algo está cambiando. Las piezas se mueven sobre el tablero hacia una solución que evite el "jaque mate". Ciertamente, los acercamientos son débiles y disimulados, pero no conviene ignorar lo que se esconde tras las buenas palabras, por mínimas que éstas sean.
Sobre actitudes y discursos
La oferta que los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas- China, Rusia, Francia, Gran Bretaña y EE UU-, más Alemania, lanzaron a Irán con el fin de solucionar este interminable contencioso parece haber caído en suelo fecundo.
De momento, los iraníes han respondido sin grandes alardes de entusiasmo, pero con una actitud "positiva", según describe el presidente ruso, Wladimir Putin. "Consideramos la oferta como un paso hacia delante y ya he indicado a mis colegas que la examinen", dijo el presidente Ahmadineyad en Shanghai, donde se encuentra de visita oficial.
Estas palabras, aunque puedan sonar pudorosas, son música para los oídos de la comunidad internacional. El contenido de la propuesta a Irán aún no ha trascendido, pero se sabe que la oferta de los "seis" consiste básicamente en poner la ayuda occidental sobre la mesa a cambio de que el desarrollo de energía nuclear por parte de Irán se destine a fines pacíficos. Además de que las potencias occidentales prescinden de las amenazas para tratar de lograr para hacer uso de lenguaje más amable que abra las puertas a la colaboración.
Ese lenguaje cordial no elimina, sin embargo, la advertencia de que habrá sanciones, de cuya naturaleza nada se conoce, en caso de que Irán desestime la propuesta. "La palabra sanciones debería ser eliminada del discurso político internacional. Las sanciones no deberían ser usadas para humillar e imponer una visión [la de Occidente] a otros países del mundo. Es responsabilidad de todos cambiar el discurso mundial, basado en la intimidación", apuntó a este respecto el presidente iraní. Transformación que, según Ahmadineyad, "sólo se puede conseguir regresando a la justicia y a los valores espirituales".
Nadie quiere más conflictos
A nadie le interesa una guerra contra Irán. Pese a que Bush siga condenando al país a la lista de los miembros del "Eje del Mal", a nadie se le escapa que, aunque mejorada, la situación en Irak no es la más propicia para que los norteamericanos se puedan permitir embarcarse en otra campaña "contra el terrorismo internacional y los Estados que lo apoyan".
También es evidente, y se ha dicho en sobradas ocasiones, que el petróleo iraní es la mejor arma de defensa, incluso mejor que las nucleares, con que cuenta el presidente Ahmadineyad. A parte de que las buenas relaciones con Rusia y China suponen para Teherán al menos dos votos a favor en Naciones Unidas.
A Europa, y al grupo de los países europeos del Consejo de Seguridad más Alemania, les espanta la posibilidad de un conflicto que desestabilice la economía y dispare los ya altos precios energéticos. De ahí los esfuerzos diplomáticos, bajos los que también se esconde cierto intento de mostrar una postura común en política internacional que dé a la Unión Europea ese añorado peso internacional del que carece.
Por parte de Irán, la incógnita por esclarecer es hasta qué punto se pretende en Teherán poner a prueba la paciencia, y los miedos, occidentales. "Déjenme recordar que aquel que crea problemas a los demás es el primero en verse en problemas", dijo Ahmadineyad hoy en Shanghai. Si los países occidentales cambiasen su comportamiento hacia el resto "no existiría la crisis nuclear", añadió.