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En Balcombe, al sur de Londres, se comprueba si la extracción por fracking resulta rentable: una mezcla de productos químicos y agua inyectada a presión en el subsuelo permite extraer petróleo y gas natural hasta ahora enterrados en él. Críticos y habitantes de esta región del West Sussex se declaran horrorizados y temen daños al medio ambiente. Sus partidarios aducen como argumento los ingresos generados para los municipios y los puestos de trabajo.