¿Glaciares alpinos sin hielo dentro de 100 años?
22 de julio de 2006Investigadores del Instituto de Geografía de la Universidad de Zúrich son quienes han demostrado este efecto del cambio climático a través de un modelo experimental.
Los glaciares de los Alpes europeos han perdido desde 1850 la mitad de su capa de hielo. Partiendo de este dato, los científicos han respondido ahora a la pregunta de cómo afectará el cambio climático a la glaciación de los Alpes en los próximos 100 años.
Los glaciares se derriten
El estudio revela que un aumento de las temperaturas en verano (abril-septiembre) en 3 ºC entre 1971-1990 produjo una reducción de alrededor de un 80 %. Esto corresponde aproximadamente a un 10 % respecto a la expansión de los glaciares en el año 1850. De forma que un aumento de 5 ºC, como se prevé, provocaría la pérdida casi total de hielo en los Alpes.
La investigación demuestra que bajo determinadas condiciones climáticas, la mayoría de los glaciares desaparecería y sólo los mayores, como por ejemplo el glaciar de Aletsch, permanecerían hasta el siglo XXII.
Los investigadores resaltan que en la actualidad existe una densa población en regiones de montaña y sierra, como es el caso de los Alpes suizos, y por ello recomiendan y animan a la población para que analice los efectos adversos que podría tener la pérdida de los glaciares sobre el ciclo del agua, la accesibilidad de la sociedad a la misma, y la naturaleza y biodiversidad en general.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC en sus siglas en inglés) - un foro científico establecido en el marco de las Naciones Unidas en 1988 - para finales del siglo XXI se prevé un aumento de las temperaturas entre 1,4 ºC y 5,8 ºC; y de las precipitaciones de entre -20 a +30.
También se sabe que para una compensación del aumento medio de las temperaturas de verano en un grado, se necesita una subida de las precipitaciones anuales de más de un 25 %.
¿Tiempo o clima?
Las propiedades físicas del hielo, tales como su punto de fusión, explican que los glaciares constituyan uno de los mejores indicadores climáticos naturales; y por ello, un recurso clave en el seguimiento del cambio climático. Se habla mucho del tiempo, y no debe extrañarnos si tenemos en cuenta cómo afecta a nuestro estado de ánimo, la ropa que elegimos cada día e incluso lo que nos apetece comer. Sin embargo, no debemos confundir el tiempo con el clima. El clima es la media de tiempo que hace durante un período en una zona determinada. Y se conoce como cambio climático a la variación global del clima de la Tierra.
Las variaciones climáticas han existido en el pasado y existirán siempre como consecuencia de diferentes fenómenos naturales, como los cambios en la radiación solar, las erupciones volcánicas y las fluctuaciones naturales en el propio sistema climático. Sin embargo, durante el último siglo la temperatura ha aumentado en promedio 0,6 ºC, siendo en Europa el aumento de 1 ºC. Al mismo tiempo, el nivel del mar ha aumentado de 10 a 12 centímetros y los científicos consideran que esto se debe a la expansión de océanos, cada vez más calientes.
Estadísticas de los años más calurosos
Todos recordamos el sofocante verano de 2003 cuando se produjeron más de 22.000 muertos en Europa (según la Organización Mundial de la Salud) y más de 35.000 según el EPI (Earth Policy Institute). Según la NASA, los cinco años más calurosos han sido, en este orden, los siguientes: 2005, 1998, 2002, 2003 y 2004.
El cambio climático nos afecta a todos. El impacto potencial es enorme, con predicciones de falta de agua potable, grandes cambios en las condiciones para la producción de alimentos y un aumento en los índices de mortalidad debido a inundaciones, tormentas, sequías y olas de calor cada vez más frecuentes. En definitiva, el cambio climático no es sólo un fenómeno ambiental sino de profundas implicaciones económicas y sociales en todo el mundo.
En esta labor todos podemos ayudar con acciones tan sencillas como el reciclaje; caminar o utilizar el transporte público (o la bici) para movernos en la ciudad; apagar las luces de las habitaciones cuando no estamos en ellas; ahorrar en el uso del agua, etc. Pequeñas acciones que pueden mejorar las predicciones futuras y ayudar quizá a que el aumento de las temperaturas no sigan a un ritmo tan elevado para finales de este siglo.