El impacto de Fukushima
16 de diciembre de 2011Fue la mayor catástrofe nuclear desde la de Chernóbil, en 1986. El 11 de marzo, un terremoto seguido de un tsunami devastó el noreste de Japón y desencadenó el desastre atómico: en tres reactores de la planta nuclear de Fukushima Daiichi se produjo una fusión de núcleo. En los meses posteriores, el gobierno alemán modificó radicalmente su política nuclear.
Punto de inflexión
En octubre de 2010, el gobierno cristianodemócrata-liberal había resuelto prolongar el funcionamiento de las centrales atómicas alemanas. El último reactor germano había de ser desconectado no antes de 2036. La canciller Angela Merkel, doctora en física, estimó siempre que los riesgos de la energía nuclear eran controlables. Sin embargo, tras la catástrofe de Fukushima, reconsideró públicamente su posición: “Los sucesos de Japón son un punto de inflexión para el mundo“, afirmó.
Dos días después del accidente atómico de Fukushima, el gobierno alemán dejó transitoriamente sin efecto la prolongación del funcionamiento de los reactores germanos. Los más antiguos fueron desconectados de inmediato de la red de electricidad. Berlín encomendó a una comisión de ética formular, en el plazo de tres meses, propuestas para un abandono “razonable“ de la energía atómica. Además, un grupo de expertos examinó el estado de los reactores alemanes. Los resultados se presentaron en mayo y fueron inquietantes: en todos los reactores se detectaron deficiencias de seguridad. El gobierno reaccionó en forma clara: Merkel abogó en su partido por abandonar la energía nuclear hasta el 2022. El 30 de junio de 2011, el Bundestag se pronunció: por amplia mayoría se decidió emprender el abandono de la energía atómica y dejar sin efecto la prolongación de la operación de los reactores resuelta el año anterior.
Los Verdes ganan popularidad
La catástrofe japonesa movilizó a los alemanes. En marzo, 250.000 personas salieron a las calles para demandar un rápido fin de la energía nuclear. Sobre todo Los Verdes, que desde su fundación en 1980 abogaban por renunciar a esa fuente energética, alcanzaron máximos históricos de popularidad en las encuestas. En junio, el 24% de los consultados en un sondeo del instituto Infratest declararon que votarían por Los Verdes si se celebraran elecciones generales el domingo siguiente. Antes de Fukushima, los ecologistas obtenían un 15%.
El alza de popularidad de Los Verdes quedó especialmente de manifesto en las elecciones regionales celebradas en marzo en el estado federado de Baden-Wuerttemberg. Desde entonces, por primera vez en la historia, un miembro de ese partido, Winfried Kretschmann, gobierna un estado alemán.
La ciudadanía se opone mayoritariamente a la energía atómica. Un sondeo del mes de junio indicó que un 44% aprobaba su abandono hasta el año 2022. Un 31 % consideró incluso que esa fecha era demasiado tardía.
Alternativa: energía eólica
Además del abandono de la energía nuclear, el Parlamento promulgó en junio de 2011 un paquete de leyes que traza el camino para una reorientación de la política energética.
El plan de incrementar al doble la proporción de energías renovables en la matriz de producción de eletricidad se mantiene en pie. Lo nuevo es que el gobierno apuesta en especial por la energía eólica Con 5.000 millones de euros se propone fomentar la construcción de parques eólicos en mar abierto. En tierra firme han de reemplazarse las plantas antiguas por rotores de mayor rendimiento.
Otro punto central del paquete energético es la instalación de modernas redes eléctricas que puedan transportar la energía sin mayores pérdidas.
Desafíos organizativos
Sus detractores estiman que la decisión de prescindir de la energía atómica hasta 2022 fue precipitada. Gerd Rosenkranz, director de la sección de política y prensa de la organización ecologista Deutsche Umwelthilfe, echa de menos una línea clara en la organización. “Tras este candente verano en materia de política energética, tiene uno la sensación de que algunos simplemente ahora se han retraído. Porque la gran transformación que tenemos por delante carece de un centro“, afirma Rosenkranz, preguntándose quién coordina este cambio.
El gobierno alemán se remite en este punto al proceso de monitoreo “Energía del futuro“. A fines de octubre se constituyó un grupo de expertos que ha de asesorar al gobierno en la materia y emitir periódicamente informes sobre los avances registrados. El primero ha de presentarse a fines de 2012.
Después de más de 30 años de pugna en torno a la utilización de la energía atómica en Alemania, la catástrofe de Fukushima resultó finalmente decisiva. Los políticos alemanes tendrán 10 años para poner fin a la utilización de la energía nuclear. El desafío es lograr desconectar los reactores sin que los precios de la energía eléctrica suban a las nubes.
Autora: Heike Mohr /Emilia Rojas
Editora: Mirjam Gehrke