España recuerda a las víctimas del 11-M
11 de marzo de 2005
A las 7.37 de la mañana, hora en que detonó la primera de 10 bombas en trenes y estaciones ferroviarias, comenzó a sonar simultáneamente un tañido de cinco minutos de las campanas de unas 650 iglesias madrileñas.
Al mediodía en todas las alcaldías e instituciones españolas se guardaron también cinco minutos de silencio. Medios de comunicación interrumpieron sus transmisiones y los trenes de la empresa estatal se detuvieron. Asimismo en instituciones islámicas se guardó silencio y sus líderes se manifestaron contra la violencia y el terror, rechazando todo vínculo con los atentados.
En el Parque El Retiro de Madrid comenzó a la misma hora el acto central de la jornada, con la inauguración del Bosque de los Ausentes en recuerdo de los muertos. En la ceremonia, en la que participaron los príncipes de Asturias, el jefe de gobierno, Rodríguez Zapatero, y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, no se pronunciaron discursos a pedido de los familiares de las víctimas.
Un momento de duda
Luego del 11 de marzo de 2004, por un corto momento pareció que la Unión Europea estaba dispuesta a cambiar su política contra el terror. Para muchos comentaristas, Europa había experimentado su 11 de septiembre y le declararía también la guerra al terrorismo. Pero ello duró poco.
La UE designó un coordinador para la lucha contra el terrorismo y sus integrantes juraron aguzar los instrumentos de la policía y los servicios secretos y coordinar mejor las tareas de los cazadores de terroristas. Y eso fue todo.
En el fondo, los atentados de Madrid no han modificado la posición de la UE en la lucha contra el terrorismo. Mientras que EE.UU. le declararon la “guerra” al terror, una guerra en que todos los medios están permitidos y a cuyos fines, en caso de duda, también deben subordinarse las libertades individuales y el Estado de derecho, los europeos llevan conscientemente adelante sólo una “lucha” contra el terrorismo.
No es un problema semántico
No se trata de un mero problema semántico. La actitud expresa que, si bien la UE no subestima el peligro terrorista, tampoco quiere dejar dominarse por él. El ejemplo más palpable es la propia España, que echó del gobierno a Aznar, que trató de endilgarle la culpa a todos menos a los verdaderos culpables y eligió a un Rodríguez Zapatero que acaba de organizar una conferencia sobre el terrorismo.
Mientras en EE.UU. se habla de la “guerra contra el terrorismo”, en Madrid se impulsa una “alianza entre las civilizaciones”. Las diferencias de concepción no pueden ser más claras.
Siembra de paz
A pesar de haber sido redobladas las medidas de seguridad en Europa, aquí resulta imposible pensar en un “ministerio de protección de la patria” como el de Washington, campos de detenidos fuera de toda legalidad, como el de Guantánamo, restricciones a las libertades del ciudadano, la violación abierta de convenciones internacionales y la tortura como método de interrogatorio.
Por ello, a la UE se la acusa a veces de debilidad. Pero quien hace un poco de memoria reconoce que en los últimos años las policías y los servicios secretos europeos han trabajo muy efectivamente contra las redes terroristas, con nuevas leyes, unidades especiales y la cooperación internacional.
Ello no significa albergar la ilusión de que así se puede prevenir todo nuevo atentado terrorista. Pero la cosecha de la siembra de paz será seguramente más fructuosa que la de violencia.