Las mujeres sufren discriminación y sexismo. Eliza Diekmann, desde el año pasado alcaldesa de Coesfeld, en Renania del Norte-Westfalia, denuncia los comentarios según los cuales solo la habrían votado "porque lucía bien en los carteles”. Demasiado joven e inexperta, era otra de las críticas, dice esta mujer de 34 años sin afiliación política. Y también el reproche: "¿por qué tuvo hijos, si quería asumir un cargo así? Si se observa la proporción de mujeres en la política alemana, queda patente que ellas están infrarrepresentadas en todos los ámbitos. Actualmente hay catorce primeros ministros regionales, varones, y tan solo dos mujeres en ese cargo. Las alcaldesas solo alcanzan el nueve por ciento. En el Parlamento alemán, la proporción de mujeres llegó a reducirse de un 36,5% en la última legislatura, al 31,4% actual. Para Silke Laskowski, catedrática de Derecho Público en la Universidad de Kassel, esta desigualdad no se debe al comportamiento individual de las mujeres, sino a un sistema hecho a medida de los hombres: "son las estructuras internas las que frenan a las mujeres". ¿Se necesita una cuota? La exlíder de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, no logró el consenso para establecerla: "en un partido como la CDU, todo funciona de acuerdo a cuotas. Procuran que haya representatividad de los diferentes credos, de trabajadores o empresarios, y eso nunca es un problema, excepto cuando se trata el tema de las mujeres". Sin embargo, en el grupo parlamentario La Izquierda, el 54% de los diputados son mujeres, como resultado de un sistema de cuotas. Para la parlamentaria Anne Helm, de La Izquierda, esta cuota sigue siendo importante: "también en mi partido aún es frecuente que las mujeres sean más reticentes a la hora de competir, y por eso siguen siendo necesarios los instrumentos para romper conscientemente con eso".