Utilizar las exportaciones de cereales como arma en la guerra contra Ucrania podría acabar costándole al Kremlin su amistad con la República Popular China. Es cierto que, sobre todo los países africanos, que dependen de los suministros ucranianos, temen ahora una hambruna. Sin embargo, uno de los mayores consumidores de este alimento básico es la China comunista. Allí, la sequía en el norte y las inundaciones en el sur del país han diezmado considerablemente las cosechas de cereales y arroz. Si la decisión de Putin provocara una escasez mundial de alimentos, también pondría en problemas al Partido Comunista en la República Popular.
Ucrania cultiva y exporta principalmente trigo, maíz y cebada. Según la Comisión Europea, las exportaciones de Ucrania representan el 10% del mercado mundial de trigo, el 15% del maíz y el 13% del de la cebada. Además, con más del 50% del comercio mundial de aceite de girasol, Kiev también desempeña un papel decisivo en este mercado. China está intentando tapar los vacíos de suministro con grano procedente de Australia (60%), Canadá y Francia.
Pekín ha alejado a posibles proveedores de grano
Lo curioso es que justamente Pekín ha impuesto aranceles a los productos australianos, o ha dejado que se pudran los productos procedentes de Australia en puertos chinos, porque Xi Jinping quería demostrarle a Canberra que él es el hombre fuerte del Pacífico.
Pekín, al ampliar su armada e intimidar a los Estados ribereños del Pacífico occidental, desde Filipinas a Nueva Zelanda, quiere dominar ese océano y convertirse así en el poder hegemónico de la región. Si Canberra cierra ahora el grifo del grano a Xi, las cosas podrían ponérsele difíciles.
Sólo Francia parece poder contar con el dictador Xi. Después de que el presidente Emanuel Macron visitara la República Popular en abril, dijo, para regocijo de la nomenklatura de Pekín, que la cuestión de Taiwán no era asunto de los europeos. Por ello, Macron se ganó muchas críticas en el mundo libre.
El poder blando de China en África está amenazado
Pero no sólo el mercado chino de cereales preocupa a Xi. Si se producen cuellos de botella en el suministro de los países africanos, es probable que aumenten las peticiones para que China medie en la guerra de agresión rusa. También en África la gente sabe que Xi es el único líder de una nación importante leal a Vladimir Putin. El juego de poder de China es cada vez más criticado en el sur global. Así que si Xi no hace nada ante la amenaza de hambruna en África, el poder blando de China se podría ver mermado.
Probablemente Putin no tenía en la mira a China, sino a Turquía, el segundo mayor importador de grano de Ucrania después de Pekín. Después de que Ankara despejara el camino para la plena adhesión de Suecia a la OTAN, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no es visto con buenos ojos en el Kremlin.
Xi Jinping tendrá que decidir pronto su estrategia: seguir asintiendo la guerra de agresión rusa o garantizar la alimentación de su pueblo. El recuerdo de la Gran Hambruna, en la que murieron millones de personas bajo la mala gestión de Mao, sigue vivo en la mente de muchos chinos.
Xi afirma que ha vencido a la pobreza en el país. Hay mucho en juego, porque la escasez de alimentos sería el principio del fin de la tiranía comunista en China.
Alexander Görlach es miembro sénior del Consejo Carnegie de Ética en Asuntos Internacionales e investigador asociado del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford. Después de sus estancias en Taiwán y Hong Kong, esta región del mundo, especialmente el surgimiento de China, se convirtió en su tema central. Ha ocupado diversos cargos en la Universidad de Harvard y la Universidad de Cambridge.
(jov/cp)