Salvando el bosque tailandés con té silvestre
8 de enero de 2019Las cajas para té y vasos de las estanterías del Monsoon Tea House (Casa del Té Monzón) tienen nombres prometedores: "Dhara Green", "Jungle Black", o "Lanna Silver Needle". En contra de lo que cabría esperar, los clientes aquí no beben su té en tazas humeantes, sino como el buen vino, bien temperado de las garrafas. Mon Chaya viene regularmente. Tiene 31 años y se dedica al cultivo de té. Se reúne aquí con Kenneth Rimdahl, propietario del establecimiento, procedente de Suecia. Se sientan entre estantes y discuten sobre sus cosechas silvestres recogidas a mano.
Rimdahl vino a Tailandia buscando teteras. En cambio, encontró árboles de miang, una especie de tesoro olvidado que crece en los bosques de Tailandia. Solía ser costumbre que los lugareños hicieran medicinas con las hojas de los árboles o prepararan un plato llamado Miang Kham a partir de las mismas. Sin embargo, solo unos pocos ancianos mantienen hoy en día la tradición.
El árbol de miang pertenece al género de las camelias y es por lo tanto un arbusto de té. Rimdahl lo describe como el "abuelo" del té que se toma actualmente. Las plantas fascinaron al sueco y se quedó. En 2013, fundó Monsoon Tea y comenzó a emplear a los habitantes del bosque para recoger las hojas silvestres, que ahora vende bajo su propia marca respetuosa con el bosque.
Hoy ofrece sesiones de degustación en su casa del té en Chiang Mai, al norte de Tailandia, y cuenta a los visitantes el viaje que realizan las hojas de miang desde que son recogidas en el bosque hasta que finalmente terminan en los vasos y tarros de su tienda para crear los sutiles sabores que tanto disfruta su clientela mundial. Destaca que sus recolectores de té solo cosechan una pequeña parte de las hojas silvestres de miang, lo que garantiza que las plantas sigan creciendo y no sean sobreexplotadas.
Cultivo de té y biodiversidad
Entre 1976 y 1989, el bosque fue masivamente deforestado con fines agrícolas. "El bosque es de gran valor cuando está en pie, no solo cuando se tala”, explica a DW. "Queremos que el bosque se beneficie de nuestro trabajo y que los agricultores ganen dinero al mismo tiempo", aclara.
Conservar los árboles silvestres de pie en el bosque es un primer paso, pero Rimdahl también anima a los agricultores a plantar árboles de miang entre los cultivos tradicionales de té en sus campos y se niega a comprar a los agricultores que utilizan pesticidas. Su esperanza es que al plantar árboles nuevos y dejar que la naturaleza siga su curso.
El modelo de negocio de Rimdahl, y en particular su empuje para fomentar la plantación de nuevos árboles en los terrenos de cultivo existentes, también ha atraído el interés científico.
Alexey Reshchikov es investigador asociado en la Facultad de Ecología y Evolución de la Universidad Sun Yat-sen de China. Está investigando el efecto de las plantaciones de té a gran escala en la biodiversidad y está particularmente preocupado por el efecto de los pesticidas en los bosques.
Durante su investigación en el norte de Tailandia, se encontró con Té Monzón y ahora investiga si los miang recién plantados podrían actuar como amortiguadores entre las plantaciones de té y el bosque.
"Estaría en contra de plantar árboles en todo el mundo como una especie invasora, pero creo que transformar las plantaciones existentes en bosque secundario es una idea brillante. Estoy seguro de que es posible hacerlo con otras especies de plantas en otras áreas también", aclara.
Sin embargo, muchos agricultores todavía carecen de experiencia con este tipo de cultivos. Solo conocen las plantaciones convencionales y el uso de pesticidas. Convencerlos de métodos respetuosos con el medio ambiente no es tarea fácil.
Una nueva generación de cultivadores de té
Convencer a Mon Chaya, sin embargo, no fue complicado. La joven no tenía nada que ver con el cultivo de té hasta conocer a Rimdahl. Estudió negocios y marketing en Bangkok y vino a la montaña Wawee en la provincia de Chiang Rai, en el extremo norte de Tailandia, para mejorar sus perspectivas profesionales aprendiendo chino. La zona está dominada por familias chinas que cultivan té.
"Sabemos que si plantamos árboles será mejor para nuestro negocio en el futuro", cuenta Chaya a DW. "La gente de la ciudad lo entiende, pero la gente de las montañas no. Los campesinos queman las montañas para conseguir tierra cultivable. Nuestro método no solo es bueno para los negocios, sino también para la tierra, la naturaleza y nosotros mismos", explica.
El veredicto de un maestro de té chino fue el factor decisivo. Encontró el té, que había sido recogido de un árbol centenario, mejor que el té de la plantación. Desde entonces, Chaya y su marido han plantado unos mil árboles nuevos en el negocio familiar y han devuelto al bosque un pedazo de su verde esplendor.
(ar/jov)