El régimen penitenciario debe ser humano
21 de marzo de 2013Una amplia fachada de vidrio, paredes blancas y rojas y pisos de color verde manzana: si no fuera por la doble valla de metal con alambre de púas de seis metros de altura, la nueva cárcel, que fue inaugurada oficialmente este jueves (21.03.2013), se podría confundir con un albergue juvenil. La prensa amarilla berlinesa no tardó en reaccionar, calificándola de “prisión de lujo”.
“El lujo y la prisión se exluyen mutuamente”, señaló Anke Stein, directora del centro de reclusión, en un intento por atenuar la crítica. “No somos un calabozo, sino un establecimiento penitenciario berlinés moderno”, dijo en declaraciones a la agencia dpa.
En el establecimiento penitenciario de Heidering las celdas reciben el nombre de “cuarto de detención” y un preso cuenta con un espacio de diez metros cuadrados. De acuerdo a una desición del Tribunal Constitucional Federal alemán, de 2006, en Alemania, el espacio mínimo de una celda debe ser de siete metros cuadrados para garantizar un régimen penitenciario humano. Además, los baños y los espacios para dormir tienen que estar separados y bien ventilados.
No existe reglamentación uniforme
“Esto no quiere decir que siete metros cuadrados sean el estándar positivo”, explica Frieder Dünkel, criminólogo de la Universidad Ernst-Moritz-Arndt en Greifswald. “El Tribunal Constitucional Federal lo formuló conscientemente de esta manera: si una celda tiene siete metros cuadrados, es una celda humana. Pero, en general, el estándar en nuestras penitenciarías es de diez a doce metros cuadrados por celda.” Así, la supuesta prisión de lujo de Heidering corresponde más bien a la norma.
Sin embargo, estos estándares no están fijados en ningún lado y, desde la reforma de federalismo de hace siete años, ya no existe una ley penitenciaria uniforme para todo el país. En la mayoría de los estados federados todavía se aplica la antigua ley federal, pero Baviera, Baden-Wurtemberg, Hessen, Baja Sajonia y Hamburgo han implementado nuevas reglamentaciones.
¿Resocialización o protección de la sociedad?
“El sistema de federalismo hace que en diferentes estados federados las condiciones penitenciarias sean, en parte, completamente diferentes”, señala Rita Haverkamp, asesora científica en el Instituto Max-Planck de Derecho Penal Extranjero e Internacional, en Friburgo. La experta cuenta que, por ejemplo, en Berlín, está permitido introducir teléfonos de tarjeta al centro de reclusión. En cambio, en Baviera, solo en casos excepcionales los presos tiene el derecho a hacer llamadas telefónicas bajo vigilancia.
Según Haverkamp, “en Baviera, prevalece el aspecto de la seguridad.” De hecho, el criminólogo Dünkel afirma que en algunos estados federados se está tratando de relativizar la meta primaria de resocialización, es decir, la reincorporación del delincuente a la sociedad que contempla la antigua ley penitenciaria. No obstante, la mayoría de los estados federados siguen apostando por la resocialización como objetivo fundamental. “La protección de la sociedad solo es una tarea secundaria que vale sobre todo para el tiempo que dura la pena”, dice Dünkel.
Países de Europa del Norte son ejemplares
Alemania cumple en su mayor parte los estándares internacionales y, a veces, hasta los rebasa, señala Rita Havekamp. Pero sobre todo los países de Europa del Norte, así como Canadá, son considerados como ejemplos a seguir en el ámbito de un régimen penitenciario moderno. En los países escandinavos se registran las cuotas más bajas de encarcelamiento. Desde hace años, Dünkel aboga por el sistema de las “casas de transición”, como las existentes por ejemplo en Suecia, donde los delincuentes son preparados para vivir en libertad.
El experto no entiende la discusión en torno a la “cárcel de lujo” berlinesa: “Lo que se pretende no es que el régimen penitenciario sea inhumano, sino motivar a los delincuentes a querer vivir una vida libre de delitos.”
Autor: Wulf Wilde/ VC
Editor: Emilia Rojas Sasse