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El hito de Francisco en la cuna del islam

6 de febrero de 2019

Por primera vez un papa visitó la península arábiga, allí donde está la cuna del islam. El viaje siembra esperanzas para el progreso del diálogo interreligioso, opina Christoph Strack.

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Papst Franziskus in Abu Dhabi
Imagen: Getty Images/AFP/V. Pinto

Un viaje como provocación. En tiempos en que el populismo florece, en los que se erigen muros y el odio está por doquier, en el que se persigue y reprime por razones religiosas, la visita del papa Francisco a Abu Dhabi, la primera de un líder católico a la península arábiga, aparece como una contratesis.

Un viaje papal es siempre una puesta en escena. Hay momentos conmovedores y abundancia de sentimientos. Y eso también se vio en el viaje número 27 de este papa. ¿Qué escena es más simbólica que aquella en la que el gran imán, el jeque y el papa van caminando juntos?

El papa y el gran imán firmaron una declaración conjunta donde rechazan de plano la violencia y el terrorismo, hacen un llamado al desarrollo y la justicia y reafirman los derechos de las mujeres y los niños. Algunos de esos aspectos pueden leerse también como un recordatorio para los Emiratos Árabes Unidos, el país anfitrión, que en asuntos de derechos humanos y libertad de culto tiene mucho por avanzar, pese a lo cual es una especie de faro en una región oscura en esos aspectos.

Ya no hay vuelta atrás

Pero el "documento sobre la hermandad entre las personas para la paz mundial y la convivencia" es un mensaje a la humanidad, a la comunidad internacional. E incluso, aunque solo estos dos representantes religiosos lo hayan firmado, supone un punto de no retorno.

VAE Papst Franziskus in Abu Dhabi
Imagen: Reuters/A. Jadallah

Por eso, este viaje de Francisco es quizás el más importante que ha emprendido hasta ahora. Uno que tiene un significado histórico que lo convierte en un hito. Y para llegar a este momento se tomó un largo recorrido que pasó por Tierra Santa, Turquía, la República Centroafricana, Azerbaiyán, Egipto, Myanmar y Bangladesh. Francisco se reunió por quinta vez con el gran imán de Al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb. Será interesante ver si el egipcio, un miembro influyente en el gobierno de su país (donde ostenta el rango de primer ministro), puede leer este mismo documento en casa, en voz alta. Podría meterse en problemas por ello.

En el período previo a este viaje se recordó que justo hace 800 años, Francisco de Asís, un amante de la paz, se mudó al Nilo durante la quinta cruzada y desde allí, en un campamento del ejército musulmán, predicó frente al sultán Al Kamil. Un loco ese Francisco, dirían los políticos hoy. El jesuita de Argentina es el primer líder de la Iglesia católica que eligió el nombre del fundador de esa orden para usarlo como papa: Francisco.

Durante la "conferencia interreligiosa" y también durante la misa que realizó en Abu Dhabi, el papa habló sobre san Francisco y su mensaje sobre cómo sus hermanos deberían encontrarse con los sarracenos y los no cristianos. "En esa época, cuando muchos salían con pesadas armaduras,  san Francisco recordaba que Cristo solo salía armado con su fe y su amor", dijo el pontífice. Hoy nuevamente son muchos los que cargan con pesadas armaduras.

Francisco habló con claridad en Abu Dhabi. "La hermandad de todos los hombres nos impone a nosotros, como representantes de las religiones, la obligación de rechazar toda forma de guerra. Tenemos sus catastróficas consecuencias a la vista", dijo, y mencionó los casos de Yemen, Siria, Irak y Libia. "Mantengámonos unidos contra la lógica del poder armado", sostuvo en Emiratos Árabes Unidos, un país que está involucrado directamente en la guerra de Yemen.

Papst Franziskus in Abu Dhabi
Imagen: Reuters/Handout Vatican Media

Claridad poco diplomática

Si nos atenemos a los criterios políticos, podríamos decir que la claridad del discurso de Francisco fue poco diplomática. En los criterios de este viaje, sin embargo, podríamos decir que fue coherente. Los anfitriones habían recalcado que Francisco, un líder religioso y jefe de Estado al mismo tiempo, podría decir lo que quisiera. Y él usó esa atribución, pero no abusó de ella.

Las cosas no mejorarán solo con este viaje, este discurso y esa claridad. Seguirá habiendo extremistas, asesinatos y cristianos que -ya sea en Pakistán o en la península arábiga- serán perseguidos por sus creencias. Pero ambas partes no podrán hacerse las ciegas tras la declaración de Abu Dhabi. Con seguridad sí podemos sospechar que habrá momentos en que tendremos que recordarles estos compromisos.

Una de las últimas escenas de este viaje: el príncipe heredero, el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan, se despidió de su visitante de Roma en el aeropuerto, a los pies de la escalera de acceso al avión. Allí conversaron. Tranquilos. Durante largos minutos. Parecía no ser un punto final. Ojalá no lo sea. (dz/rr)

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