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El fin de Genaro García Luna y su sueño de impunidad

9 de enero de 2020

El juicio contra Genaro García Luna en EE. UU. lo convierte en el primer ex secretario mexicano a nivel federal procesado por narcotráfico.

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Genaro García Luna, ex secretario de Estado de México.
Genaro García Luna, ex secretario de Estado de México. Imagen: Reuters/T. Bravo

El pasado 3 de enero fue presentado ante la corte del Distrito Este de Nueva York. El ex secretario de Seguridad Pública Federal Genaro García Luna compareció para enfrentar los cargos de narcotráfico y colaboración con el Cartel de Sinaloa durante al menos los últimos 19 años. Así, García Luna se convirtió en el nada decoroso primer secretario mexicano a nivel federal enjuiciado por tráfico de drogas en Estados Unidos.

Las crónicas de los medios de comunicación describieron así la escena: encadenado, despeinado, con la cara compungida y lágrimas, el que fuera el hombre más cercano al presidente de México Felipe Calderón (2006-2012) se declaró inocente de los cargos imputados por el Departamento de Justicia estadounidense. El propio Joaquín Guzmán Loera, alias "El Chapo”, un importante líder del Cartel de Sinaloa que pagó sobornos a García Luna en 2018, hizo lo mismo, e igual fue condenado a cadena perpetua en esta misma corte.

En la corte estaba presente su esposa, Linda Cristina Pereyra, junto con sus dos hijos, Genaro y Luna. Se llevaron los tres la mano al corazón de modo tal que todos pudieran verlo, en un estilo muy similar al de la esposa de El Chapo, Emma Coronel, desde el primer día en que se presentó en esa misma corte de Nueva York. Fue entonces cuando García Luna comenzó a llorar.

Ese mismo día que se declaró inocente, su nuevo abogado, César de Castro, un joven que encabeza su propia firma en Nueva York, inició por instrucciones de García Luna, negociaciones con la Fiscalía para llegar a un acuerdo. Como ocurre en este tipo de trámite, García Luna aceptaría declararse culpable y, a cambio de dar más información sobre los crímenes de los que se le acusa, y ayudar a la detención de "peces más gordos”, podría recibir una condena menos desfavorable. De acuerdo a los cargos que se le imputan, le esperan al menos de 10 años de prisión a cadena perpetua, así como la confiscación de sus cuentas bancarias, empresas y bienes.

La posibilidad abierta para ese acuerdo seguramente será motivo de inquietud de al menos dos expresidentes de México: Vicente Fox  y Felipe Calderón. Hay acusaciones directas de miembros del Cartel de Sinaloa de que los hijos de la esposa de Fox, Marta Sahagún, habrían trabajado directamente para el cartel ayudándoles a conseguir material químico para producir metanfetaminas. Y hay testigos que aseguran que Calderón participó en reuniones de negociaciones con integrantes del Cartel de Sinaloa y habría recibido sobornos.

Anabel Hernández.
Anabel Hernández.

Y es que García Luna habrá quizá comprendido que las pruebas acumuladas contra él son muy sólidas, y que si él se hunde, también hunde a su esposa, Linda Cristina Pereyra, quien es investigada por el Gobierno estadounidense porque es pieza clave en la creación de empresas vinculadas directa o indirectamente a García Luna en Estados Unidos, usadas para la triangulación de operaciones.

Pereyra, de 49 años de edad, conoció a García Luna en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) del Gobierno de México, donde los dos trabajaban a finales de la década de los ochenta, principios de los noventa. Ella dejó la administración pública y se dedicó al hogar. La vida económica del matrimonio se mantuvo por varios años con bajo perfil. Vivían en una zona popular de Xochimilco, en la Ciudad de México.

En 2007, coincidentemente con las fechas en que se afirma que García Luna habría recibido un soborno de al menos tres millones de dólares por parte del Cartel de Sinaloa, la pareja compró una residencia en la colonia Jardines en la Montaña, una de las más costosas de la Ciudad de México. Y un año después, siendo aun propietario de esa casa, comenzó a construir otra en el mismo fraccionamiento. La fastuosa edificación llamó la atención de los vecinos por la rapidez de la construcción. Aunque la licencia de construcción exhibida en la obra estaba a nombre de Linda Cristina Pereyra, cuya identidad era desconocida y pasaba desapercibida, en realidad, el terreno había sido comprado por García Luna, y su nombre aparecía en el Registro Público de la Propiedad. Él iba directamente a supervisar la obra junto con su esposa y sus hijos.

A nombre  de Pereyra se creó una pequeño restaurante en Xochimilco llamado Café Los Cedros. Tenía tan pocas ganancias que estaba en el régimen fiscal de un pequeño negocio. Ese local era usado por la gente que trabajaba con García Luna  en la Secretaría de Seguridad Pública Federal para domiciliar números telefónicos.

A nombre de Linda Cristina Pereyra también se estableció una sucursal de Café Los Cedros en Cuernavaca, Morelos. La decoración era ostentosa y el lugar tenía muy poca concurrencia. Ahí comenzaron a publicarse anuncios en los que se contrataba no personal de cocina, de limpieza o para el servicio de mesas, sino para tareas propias de empresas de seguridad privada. Si García Luna era el secretario de Seguridad Pública Federal, era evidente que la pareja estaba incurriendo en un claro conflicto de interés, por decir lo menos.

El sexenio de Calderón estaba llegando a su fin. En marzo de 2011 se creó en Miami, Florida, la empresa Restaurants & Beverage Operator Los Cedros, a nombre de Linda Cristina Pereyra. Y con esa empresa compraron un viejo restaurante italiano llamado Oggi, que existía desde al menos 1989, propiedad de la empresa Amici Inc, la cual estaba llena de deudas. Si alguien pensaría crear un buen negocio, no compraría un restaurante en banca rota y con malas referencias en el servicio.  Pero, según los expertos, el mejor modelo para lavar dinero es comprar negocios antiguos que no llamen la atención. El decadente restaurante fue remodelado, pero mantuvo su nombre original, Oggi Ristorante.

Luego, la pareja se mudó a Miami a fines de 2012. Dejó su fastuosa residencia en Jardines en la Montaña y se cambió a vivir a una todavía más fastuosa en Golden Beach, una de las zonas màs lujosas de Miami. La casa tenía su propio muelle, en donde estaba atracado de manera permanente un lujoso Yate.

La propiedad fue comprada en octubre de 2012, un mes antes de que García Luna terminara su cargo como secretario de Estado. Fue adquirida con un costo de 3,3 millones de dólares a través de la empresa 274 SIGB LLC, creada ex profeso en  agosto de 2012 para comprar dicha residencia para el beneplácito de García Luna, su esposa e hijos. Formalmente los empresarios Manuel Samuel Weinberg López y Jonathan Alexis Weinberg Pinto se presentan como los propietarios de dicha residencia y han dicho públicamente que se la rentaban a García Luna. También ellos son investigados por el Gobierno de Estados Unidos como parte del esquema financiero de García Luna.

El 4 de diciembre de 2012, ya instalado en Miami, García Luna, confiado de sus buenos contactos con algunos altos funcionarios del Gobierno estadounidense, -de los cuales hablaré en la próxima colaboración- se confió de más. Creó la empresa GL & Associates Consulting LLC, quedando registrado como único propietario. La dirección de la empresa es la misma que 274 SIGB LLC.

En abril de 2013, a nombre de la esposa de García Luna, se creó una nueva empresa: Delta Integrator LLC. De acuerdo a los documentos que tengo, su esposa quedó como presidenta, secretaria y directora de la compañía que está ubicada en la misma dirección que 274 SIGB LLC y GL & Associates Consulting LLC.

Cuando comenzaron las investigaciones del Gobierno de EE. UU., García Luna y su esposa trataron de hacer desaparecer sus nombres de todos los registros de las empresas, pero los antecedentes registrales eran imborrables.

Es curioso: en el sitio de internet de Oggi Ristorante se lee una breve historia del  establecimiento, que ahora resulta una mala broma: "Todo comenzó en 1989 con un hombre y un sueño”, refiriéndose a la fundación del restaurante por sus originales propietarios. Pero justamente en el año 1989, Genaro García Luna comenzó a trabajar en el Gobierno de México, en el CISEN.  Treinta años después, terminaría bajo acusación de recibir millonarios  sobornos del Cartel de Sinaloa y acusado de tráfico de drogas. Al parecer, el sueño de impunidad en el que había estado inmerso llegó a su fin.

(cp)

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