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El difuso límite de la tortura

Emilia Rojas24 de junio de 2004

Amnistía Internacional exhortó a los gobiernos de la Unión Europea a pronunciarse contra las violaciones de derechos humanos cometidas por Estados Unidos, calificando de "vergonzoso" el silencio mantenido hasta ahora.

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Rumsfeld sigue en entredicho, mientras Bush intenta demostrar que Washington no ordenó torturar.Imagen: AP

La Unión Europea está empeñada, desde hace tiempo, en limar las asperezas con Estados Unidos, provocadas por las discrepancias en torno a la guerra contra Irak. Por eso, es poco probable que en la próxima cumbre europea-estadounidense de este fin de semana se cumplan los deseos de Amnistía Internacional, de plantear claramente al presidente George W. Bush la condena a los "excesos" cometidos en aras de la lucha contra el terrorismo.

Críticas de la prensa alemana

Los gobiernos, con toda probabilidad, mantendrán su actitud diplomática. Al fin y al cabo, si entre los propios estadounidenses no estalla un escándalo, ¿por qué habrían de ser los líderes europeos los que pongan el dedo en la llaga? Esa es la lógica de la política. La lógica de los derechos humanos, como se entienden en el viejo continente, es diferente. Y se refleja con toda claridad en las severas críticas de la prensa a la actitud de la administración Bush.

Los editorialistas alemanes coinciden, ampliamente, en que los documentos dados a conocer por el gobierno de Washington no sirven como descargo, sino más bien lo incriminan. Porque demuestran que, transitoriamente al menos, se aceptó la aplicación de brutales métodos de interrogatorio, como la amenaza de violencia, maltratos corporales "leves", privación del sueño y aislamiento, entre otros. Si bien un escrito del 7 de febrero del 2002 confirma que Bush ordenó tratar a los prisioneros de acuerdo con la Convención de Ginebra, que prohibe la tortura, su ministro de Defensa, Ronald Rumsfeld, aprobó una serie de maltratos en el interrogatorio de los presos de Guantánamo. Siete semanas más tarde dio marcha atrás, prohibiendo los métodos que contravienen el derecho internacional.

Peligrosa "zona gris"

El problema de fondo es, según diversos comentarios de la prensa alemana, que con ello se transgrede un límite fundamental. "Quien comienza a aprobar métodos, en los que la frontera con la tortura es difusa, abre una peligrosa zona gris. Una zona gris en la que algunos soldados creyeron tener permiso para torturar, como ocurrió en Abu Grahib", comenta la edición germana del Financial Times. El editorial hace notar, igualmente, que la idea de hasta dónde llegan los interrogatorios duros pero admisibles y dónde comienza la tortura, difiere ostensiblemente entre ambos lados del Atlántico.

También el periódico Süddeutsche Zeitung, de Munich, subraya que la política estadounidense perdió por completo el sentido de las proporciones. En el mismo tono se expresa el comentario del Frankfurter Rundschau, que comenta irónicamente la línea de la administración Bush: "tortura no, pero un poco de dolor, algo de humillación y una pizca de maltrato sí son permisibles". La conclusión es que, aunque Bush haya demostrado que no ordenó torturar, su gobierno queda en entredicho. Y no sólo Rumsfeld. Pero ni siquiera el ministro de Defensa corre peligro de perder su cargo.