El centro árido de Asia
31 de agosto de 2010Kirguistán no acostumbra a ocupar el primer plano de la actualidad internacional. Con excepciones, como la que se produjo en la primavera de 2010. Entonces, el presidente del país fue derrocado, desencadenándose violentos disturbios. Posteriormente, la situación volvió a tranquilizarse en un país con una población de 5,5 millones de habitantes y que apenas posee materias primas.
El país debe afrontar otro tipo de problemas a largo plazo. Apenas existe otro Estado en todo el mundo tan alejado del mar como esta república montañosa de Asia central, lo que comporta la falta de un importante regulador del clima interior: masas de agua que, procedentes del mar, descarguen sobre el terreno en forma de lluvia. Los escasos bosques montañosos, afectados además por la tala, apenas son capaces de generar humedad. Factores, todos ellos, que determinan la estampa de Kirguistán: la mitad de la superficie del país la ocupan estepas y desiertos, al caluroso verano le sigue un invierno frío y las lluvias escasean. Entre 250 y 280 milímetros anuales por metro cuadrado, cuando en Alemania las precipitaciones rondan los 830 milímetros.
El problema del agua de Asia central
Las condiciones climáticas hacen de Kirguistán un país vulnerable al cambio climático: según la Academia de las Ciencias, la temperatura media anual aumentó en unos dos grados en los últimos 40 años. Los datos del Grupo de Expertos de Naciones Unidas sobre Cambio Climático hablan de tan sólo 0,5 grados de incremento a nivel global. El aumento de las temperaturas conduce al deshielo de los glaciares en la cordillera de Tien Shan y a severas inundaciones en primavera, mientras que en verano los ríos se secan cada vez con mayor frecuencia. Los agricultores tienen problemas para regar sus campos. Además, a largo plazo la escasez de agua amenaza el suministro de energía, dado que Kirguistán genera la electricidad que consume gracias a las centrales hidroeléctricas. Sólo un dato: desde 1998, el nivel del lago Issy-Kul, en el noreste del país, ha descendido en casi un metro.
"El agua es el gran tema regional en Asia central", afirma Heino Meessen, supervisor de proyectos medioambientales en la región por la Universidad de Berna. En Uzbekistán y Turkmenistán, con su agricultura y riego intensivos, los problemas surgidos a raíz del cambio climático y el deshielo de los glaciares en Kirguistán y Tayikistán son especialmente llamativos. "Las consecuencias del cambio climático son palpables de forma evidente en nuestra región. Lamentablemente, la población apenas se preocupa por ello", explica Nurzat Abdyrasulova, de la asociación ecologista de Kirguistán Unison. Su país es uno de los más pobres de Asia: alrededor del 40% de sus habitantes vive por debajo del umbral de la pobreza y un 18% no tiene trabajo. "Muchos tienen otros problemas de los que preocuparse antes que del cambio climático", dice Abdyrasulova.
Falta de conciencia, aislamientos deficientes
La eficiencia energética es una prioridad para Unison, como también para otros grupos ecologistas que trabajan en Kirguistán, como la Asociación para las Montañas de Asia Central (CAMP, por las siglas en inglés), activa en las regiones montañosas del país. Los ecologistas consideran que la eficiencia energética es el área en la cual se pueden cosechar progresos de forma más rápida. Hay poca conciencia en cuanto al ahorro de energía, debido a que durante la época soviética muchas personas se acostumbraron a disponer de carbón y energía a precios económicos. Además, a menudo los edificios son viejos y están mal aislados.
Una suma de factores que, junto con el crudo invierno de Kirguistán, conduce –según Unison- a que el consumo de energía para calefacción sea entre tres y cinco veces superior al de los ciudadanos de la Unión Europea. Según Meessen, en las zonas montañosas es habitual destinar más de la mitad de los ingresos mensuales a la factura energética: "el aumento de los precios de la energía ha llevado a muchos habitantes a talar las matas y los arbustos que aún quedaban para conseguir madera con la que calentarse, lo que agrava extremadamente los problemas ecológicos". Problemas como los frecuentes desprendimientos de tierras provocados por la erosión. En las escarpadas laderas ya no hay bosque que mantenga sujeto el terreno.
Ningún cambio bajo el nuevo gobierno
"Tenemos que hacer algo ya", afirma Nurzat Abdyrasulova: "es un reto para todos los países de Asia Central, puesto que sufrimos problemas similares". Hasta ahora, Unison sólo ha encontrado desidia por parte del gobierno de Kirguistán. Ni siquiera el relevo en el gobierno ha supuesto un cambio de actitud significativo. La nueva presidenta, Rosa Otunbayeva, admite la existencia del cambio climático, pero no quiere establecer objetivos de reducción de emisiones. En la línea de las vecinas Kazajistán o Tayikistán, donde los grandes yacimientos de gas y petróleo determinan el rumbo de la política energética.
La política medioambiental podría cambiar en Kirguistán tras las elecciones previstas para el 22 de octubre. Según Meessen, un auténtico cambio en la región sólo se producirá si se piensa "de abajo hacia arriba": en lugar de nuevas centrales de energía de gran tamaño que en verano quitan el agua a los agricultores y a menudo producen electricidad para la exportación, se requieren proyectos que beneficien a las personas. "Se necesitan programas de aislamiento de edificios y campañas explicativas que lleguen tanto a los habitantes de las aldeas rurales como a los políticos de las capitales responsables en materia de energía", afirma Meessen, quien calcula que Suiza desembolsó en los últimos doce años 150.000 francos en iniciativas de este tipo. "Y 25 millones para grandes proyectos. Eso debe cambiar, los proveedores de fondos occidentales deben asumir también su responsabilidad".
Autor: Torsten Schäfer
Redacción: Emili Vinagre