El antisemitismo, con viento a favor
21 de febrero de 2019Las imágenes del ataque perpetrado en París el pasado sábado (16.02.2019) contra el intelectual Alain Finkielkraut muestran las características típicas de la violencia de las turbas contra judíos en las calles de Europa durante los años 30 y 40. Ver a un hombre mayor, con gafas, acorralado por un grupo de manifestantes uniformados, es uno de los episodios más espeluznantes que ha provocado la creciente ola de antisemitismo a ambos lados del Atlántico. Aunque, realmente, no llega a sorprender esta imagen de nacionalismo en ascenso que, tras su batalla contra los migrantes, vuelve a concentrarse en su tradicional objeto de odio.
El incidente de París se suma a un ramillete de horrores que abarca desde las declaraciones en el Bundestag del líder del grupo parlamentario de la AfD, Alexander Gauland, que afirmó que el Holocausto supone solo una "minucia” en la historia de Alemania -pasando por los ataques del Gobierno húngaro contra judíos e instituciones judías y el asedio a judíos en la ciudad sueca de Umeå por parte de neonazis-, hasta la justificación de Donald Trump de las manifestaciones de derecha radical y antisemitas en Charlottesville y, por supuesto, la masacre de Pittsburgh.
El revivir de la conspiración judía internacional
Si todo esto sorprende a alguien, es porque durante mucho tiempo no ha estado muy atento. Mientras que ciertos brotes esporádicos de antisemitismo islámico han conducido a un sinfín de estudios y encuestas sobre la actitud de los musulmanes hacia los judíos, la propaganda de los populistas de derechas tanto en EE.UU. como en Europa recurre siempre al argumento de la conspiración: los judíos tienen la culpa de la migración musulmana.
Desde Washington hasta Budapest, la obra clave del antisemitismo ha sido desempolvada y redescubierta. Toda persecución contra judíos durante la primera mitad del siglo XX era fundamentada con los supuestos Protocolos de los sabios de Sion, desde los pogromos en Rusia hasta la aniquilación masiva de millones de personas en los campos de exterminio nacionalsocialistas. Ahora ha retornado la leyenda de la conspiración judía internacional con sus viejos objetivos: avivar la guerra económica, esclavizar a los pobres, destruir los valores cristianos y eliminar la identidad de las naciones. Vikor Orbán, Nigel Farage, los socios de Marine Le Pen, Donald Trump y diversos senadores republicanos, así como los miembros del partido alemán AfD han insuflado nueva vida a la supuesta amenaza judía. Las acusaciones a las que Alain Finkielkraut se vio confrontado en París eran: "Francia nos pertenece a nosotros, no a ti, judío traidor”.
Pero no se trata solo de las turbas callejeras. Cuando Nigel Farage, eurodiputado británico y antiguo líder del partido UKIP, habló sobre George Soros, utilizó casi las mismas palabras que en su día empleara el exitoso fabricante de autos Henry Ford. Ford editó entre 1920 y 1922 en numerosos idiomas el libro El judío internacional. El problema más acuciante del mundo. Farage dijo que el inversionista judío estadounidense George Soros representa "el mayor peligro para todo el mundo occidental”. La advertencia de la amenaza judía estaba presente en las palabras de Farage.
Protocolos de los sabios de Bruselas
En los pasados años no ha habido campañas más abiertamente antisemitas en sus propósitos que las de Viktor Orban contra el magnate George Soros, de origen judío. Pero el partido de Orbán, Fidesz, ha ido un paso más allá en la incipiente contienda electoral europea. Orbán no solo exhorta a los electores húngaros a dar un nuevo mandato a su partido para "defender Hungría de la amenaza judía”. Además, arremete contra lo que su partido considera un instrumento de dominación global sobre Hungría: la Comisión Europea, presidida por Jean Claude Juncker. En un cartel que recuerda las imágenes que antiguamente representaban al "malvado” judío, sonríen Juncker y Soros el uno junto al otro. Bajo la foto, se lee la frase: "Tienes derecho a saber lo que planea Bruselas”. De esta manera, Orban lleva a cabo una campaña abiertamente antisemita contra la Unión Europea, a la que se acusa de ser instrumento de la conspiración judía internacional. Desde hace semanas se debate sobre si debe aceptarse al partido Fidesz como parte de la familia de partidos conservadores europeos a la que también pertenece Jean-Claude Juncker. En ese debate debería plantearse la mucho más acuciante pregunta de si la propia Hungría, en su forma actual, debe formar parte de la Unión Europea.
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(MS/ER)