El acuerdo de Bali es mejor que nada
7 de diciembre de 2013
Casi 13 años han luchado los representantes de 159 países por lograr este acuerdo. Los observadores dieron por fracasadas las conversaciones cientos de veces. Ahora ha ocurrido un pequeño milagro: la llamada Ronda de Doha para la liberalización del comercio mundial ha culminado finalmente en un acuerdo multilateral. Las negociaciones, que empezaron en 2001, trataban de integrar a los países en desarrollo en el comercio mundial. Pero, durante largo tiempo, quedaron absolutamente paralizadas. Se decía que había posturas irreconciliables. Sin embargo, la línea entre los llamados Primer y Tercer Mundo ya no está tan claramente definida.
Se puede poner como ejemplo un país como India. Los representantes de India fueron considerados como el principal obstáculo para lograr un acuerdo multilateral en Bali, ya que este país, en su afán de tener una reserva de alimentos para la lucha contra el hambre, acapara arroz y trigo subvencionados, algo que está en contra de las normas de la Organización Mundial del Comercio. No solo los países desarrollados se han quejado, sino también Tailandia y Bangladesh, que temían que esto tuviera consecuencias en sus mercados.
¿Un compromiso inútil?
El compromiso alcanzado en Bali permite a India, donde dos quintos de la población infantil sufre desnutrición, continuar con su reserva de alimentos, aunque con limitaciones. Las organizaciones no gubernamentales piensan que, desde la perspectiva del desarrollo, se trata de un compromiso inútil y un varapalo en la lucha global contra el hambre y la desnutrición. Creen que un acuerdo de libre comercio no es compatible con la seguridad alimentaria, una posición que, sencillamente, no tiene fundamento.
Al revés, habría que preguntarse si la lucha contra el hambre en el mundo no es más prometedora tras el acuerdo de Bali. Los economistas han calculado que este acuerdo generará un billón de dólares adicionales en los países en desarrollo. Y el aumento de ingresos es la mejor herramienta para luchar contra el hambre.
Perspectivas realistas de mejora del bienestar
Muchos observadores creen que esta cifra ominosa de un billón de dólares es pura propaganda occidental. En realidad, el acuerdo serviría para poder exigir a los países emergentes y en desarrollo que reduzcan sus barreras arancelarias para, de esta manera, inundar los mercados con sus productos. Habría que hacer ver a estas voces críticas que las perspectivas de la mejora del bienestar gracias a la Ronda de Doha son bastante realistas.
En Bali no solo se ha tratado de trigo y arroz. Los ministros de comercio han firmado un paquete de diez acuerdos individuales que van desde el comercio agrario en los productos financieros, patentes y cuestiones aduaneras hasta la eliminación de barreras burocráticas en muchos ámbitos para facilitar los procesos comerciales y, por tanto, estimular el crecimiento, en especial en los países emergentes y en desarrollo.
No hay discriminaciones
No hay que olvidar que la Ronda de Doha es un acuerdo multilateral, cuyos beneficios se aplican a todos los estados miembros de la Organización Mundial del Comercio. Por una parte, esto ha complicado tremendamente las negociaciones. Pero, por otra, supone una forma de evitar las discriminaciones. Los acuerdos de comercio bilaterales y regionales que han surgido como hongos desde el cambio de milenio tenían la desventaja de discriminar a quienes no formaban parte de dichos acuerdos. Y es difícil llegar a acuerdos bilaterales justos, cuando en un lado de la mesa se sienta un país desarrollado y en el otro un país en desarrollo.
Los críticos califican el compromiso al que se ha llegado con India de "inútil". Pero, por otro lado, tiene ventajas en muchos otros terrenos. Y no solo para unos pocos países, sino para nada menos que 159 países de todo el mundo. No es que sea mejor que nada, es que se trata de un triunfo histórico contra el aislamiento y el proteccionismo.