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¿Discriminación masculina?

11 de marzo de 2003

Un estudiante alemán de Derecho presentó una demanda ante el Tribunal Europeo, protestando contra el hecho de que sólo los hombres deban cumplir el servicio militar obligatorio en Alemania. De nada le sirvió.

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En Alemania, el servicio militar obligatorio seguirá siendo cosa de hombres.Imagen: AP

Cientos de años vienen luchando las mujeres por conquistar los derechos que nuestra civilización cristiano-occidental creía reservados a los señores de la creación. Desde las sufraguistas hasta las primeras profesionales universitarias, fueron miles las que demostraron que las diferencias anatómicas no equivalen a una minusvalía social. Entretanto, el sexo débil se ha ido haciendo más fuerte. No tanto como para que haya nombres femeninos en la lista de millonarios de la revista Forbes, pero sí para conquistar múltiples terrenos antes reservados a los varones.

¡Mujeres, a la carga!

Hace sólo un par de años cayó otro bastión varonil: el ejército alemán. Cierto es que ya antes de iniciarse este milenio las mujeres podían servir en las Fuerzas Armadas. Sólo que su papel se limitaba a las bandas de música y las enfermerías, donde suelen ser especialmente apreciados los instintos maternales. Otras cosa es cargar un fusil o lanzar granadas, actividades que no se pueden descartar del todo de la vida de un soldado. Así estaba el asunto hasta que, en el año 2000, una ingeniera electrónica dio una audaz batalla judicial para poder seguir la carrera militar, con todos sus laureles y bemoles.

Frau in der Bundeswehr
También las mujeres entrenan desde el 2001 en el ejército alemán.Imagen: AP

Tanja Kreil se llama la heroína de esta lucha emancipatoria, que abrió a las alemanas las puertas del ejército, al ganar un juicio en el Tribunal Europeo, con sede en Luxemburgo. Su victoria se basó en una norma de la Unión Europea relativa al trato igualitario de ambos sexos y la igualdad de oportunidades para acceder a un trabajo.

Batalla perdida

Lo que nadie previó en ese entonces es que, basándose en ese veredicto, un estudiante de Derecho iba a acudir al mismo tribunal para denunciar la discriminación masculina. El joven Alexander Dory sostuvo que, desde que Tanja logró la igualdad para las mujeres uniformadas, no deberían seguir existiendo diferencias como el hecho de que sólo los hombres tengan que cumplir con un servicio militar obligatorio en Alemania. A su juicio, los meses de estadía forzada en un cuartel perjudican a los varones en su carrera laboral. Tal fue el argumento que esgrimió par tratar de eludir la conscripción, en lugar de apelar a objeciones de conciencia.

Alexander, sin embargo, no logró su cometido. Los jueces europeos de Luxemburgo resolvieron que el servicio militar obligatorio para hombres no viola el derecho comunitario. Las razones son simples: la defensa nacional es cuestión de cada país. Y, a diferencia de lo ocurrido con Tanja, no se trataba en este caso de garantizar iguales oportunidades de acceso a un determinado campo laboral.

El servicio militar obligatorio seguirá siendo pues patrimonio exclusivo de los varones en Alemania, Finlandia, Dinamarca, Suecia, Portugal y Grecia, los únicos países de la Unión Europea que todavía no cuentan con un ejército exclusivamente profesional. Y no parece probable que el veredicto de Luxemburgo vaya a levantar grandes olas de protesta entre las feministas.