Surge una nueva ola de migrantes venezolanos
28 de octubre de 2020Más de 100 mil migrantes han regresado a Venezuela por los efectos de la pandemia en el continente pero esa cifra no desalienta a los caminantes que buscan cruzar la precaria frontera colombo-venezolana.
La ONG Fundaredes monitorea el flujo de migrantes que salen del país. Su director, Javier Tarazona, contó a DW que "en los primeros 15 días de septiembre, enumeramos la presencia de entre unos 40 y 100 migrantes por estado, un cálculo diario. La segunda quincena del mes de septiembre se incrementó entre unos 100 y 180 migrantes y la primera semana de octubre, comenzó a marcar un número superior a 200 o 250 migrantes al día saliendo a Colombia por vías en Zulia, Táchira y Apure".
La frontera continúa cerrada oficialmente así que el trayecto de los caminantes para cruzar a Colombia por pasos ilegales o trochas es peligroso. Tarazona explica que cruzar por las trochas expone a los migrantes a situaciones de hostilidad "por la actuación de grupos armados irregulares, guerrillas, y por las actividades ilícitas que por ahí se desarrollan". Pero llegar hasta las trochas también tiene sus riesgos, ya que "las Fuerzas Armadas venezolanas y los cuerpos policiales, vienen extorsionándolos en las alcabalas móviles y puntos de control ordinarios que hay en todas las carreteras nacionales de Venezuela", denuncia Tarazona.
Bajo el techo de una cancha deportiva en el municipio fronterizo Libertad Capacho, en Táchira, muchos caminantes de todas partes del país duermen su última noche en Venezuela. Los habitantes del municipio se han organizado para brindar ayuda a sus compatriotas que emigran y que cada vez son más. "Desde la primera semana de octubre recibimos más de 800 migrantes al día en Capacho", contó a DW Iris Martínez, una docente jubilada que ahora es voluntaria dedicada a los migrantes que pasan por su municipio. "Tanto las iglesias cristianas como las católicas, los comerciantes, las familias y mucha gente del exterior nos ha donado para esta causa", dice Martínez.
"Los primeros días fueron desastrosos porque no estábamos preparados psicológicamente para recibir a tantas personas y ver a tantos niños pasar por aquí de todas partes de Venezuela, hemos llorado mucho al despedirnos de ellos", recuerda Iris Martínez. Ahora las dificultades son conseguir leña para cocinar los alimentos y medicinas para quienes se enferman en el camino.
Tras seis días atravesando 7 estados caminando, Alfredo Cortesía (29) llegó a Capacho con un absceso en una muela. "Durante el viaje hemos pasado por frío, lluvia, hambre y sueño por dormir en el piso, eso empeoró la hinchazón en mi cara y parte del ojo porque no tengo los recursos para arreglarme la muela", cuenta. Para calmar el dolor tocó de puerta en puerta hasta reunir los antibióticos que necesita. "Hemos recibido ayuda, comida, medicinas, ropa y muchas bendiciones de muchas personas", dice Cortesía.
Esta es la segunda vez que Alfredo Cortesía emigra como caminante. Ya en 2016 caminó hasta Ecuador. Regresó a Venezuela para cuidar de su padre enfermo cuando quedó varado por la pandemia. Cortesía aspira poder ayudar más a su familia, con un mejor sustento en Colombia. Cuando vivía en Venezuela trabajaba para el partido político del chavismo en la división para la juventud, JPSUV. Pero su "decepción fue creciendo cada vez, más tanto en lo político como espiritual, y por eso decidí emigrar en 2016", cuenta Cortesía.
Esta también es la segunda vez que Marco Antonio Silva emigra a pie de Venezuela. El camionero de 48 años viajó solo la primera vez a Ecuador para operarse una hernia, después de no haber logrado hacerlo en Venezuela por la crisis hospitalaria. "Hay familias, niños, mujeres embarazadas, caminando como yo", dice a DW Marco Antonio Silva, quien regresó hace unos meses a Venezuela para ver a su familia y ahora retorna a Ecuador con su hija y su nieto. Los tres llevan más de una semana atravesando el país a pie desde el oriente de Venezuela en Anzoátegui, hasta Táchira en el occidente.
La meta de Silva es nuevamente Ecuador porque "En cualquier trabajo que haga en Ecuador alcanza para darse una buena alimentación y que su familia en Venezuela también pueda comer bien con la ayuda que uno manda", señala Silva. Aún así, deplora que tengan que sacrificarse para poder comer y mantener a la familia, "a los niños hay que alimentarlos y comprarles ropa, ellos no saben de política y en Venezuela es difícil darle una alegría a los niños, eso es lo mas doloroso", lamenta Silva entre lágrimas.
Para Luis Colmenares (23) es la primera vez que emigra. En Venezuela se dedicaba a la política y trabajaba como concejal del municipio Montalbán, estado de Carabobo. Pertenecía al Partido Socialista Unido de Venezuela. Sin embargo, decidió emigrar porque "estando dentro de las filas del chavismo uno se da cuenta de muchas realidades y vemos el desastre que está ocurriendo más de cerca y no me pude permitir seguir apoyando estos crímenes", admite Colmenares a DW. En los 6 días que lleva caminando ha conocido muchos venezolanos con el mismo objetivo: "para poder trabajar, para podernos desarrollar, para poder crecer, para buscar ese futuro que lamentablemente en nuestro país no tenemos", señala Colmenares.
Para los que emigran por primera vez, una mejor perspectiva fuera de Venezuela es una esperanza, pero los que emigran por segunda vez saben que es una realidad. A medida que la crisis aumente en Venezuela también lo harán los migrantes y no hay virus que los detenga. Para Javier Tarazona, de Fundaredes, "la situación de pandemia ha acrecentado la emergencia humanitaria, el acceso alimentos, el acceso a bienes básicos como el agua potable, como la energía eléctrica, como el gas doméstico, y deciden irse a otros países a desarrollar cualquier actividad, en algunos casos tienen familia, otros no, pero lo que buscan es desarrollar cualquier actividad que les permita encontrar lo básico que no consiguen en Venezuela".