Cumbre diésel: críticas por doquier
3 de agosto de 2017El Gobierno Federal de Alemania y la industria automotriz no ofrecieron nada nuevo en la cumbre diésel, lamentó Klaus Müller, presidente de la Asociación de Consumidores. Que los fabricantes debían asumir los costos de las actualizaciones de software para los vehículos diésel era algo evidente, sostuvo Müller. "Para eso no se necesitaba una cumbre", aseguró.
Los grupos de consumidores y ambientalistas no estaban sentados en la mesa de la cumbre, pero sí protestaron frente al Ministerio Federal de Transportes contra la contaminación atmosférica causada por los vehículos diésel. Los manifestantes usaron mascarillas y los activistas de Greenpeace montaron una pancarta de 20 metros de largo con el lema "Bienvenidos al Fuerte NOx", que es la abreviatura de óxido de nitrógeno, que es emitido principalmente por los vehículos diésel y que en grandes cantidades puede ser muy perjudicial para la salud. Se estima que 10 mil personas mueren al año en Alemania como consecuencia de la contaminación causada por este compuesto.
Las asociaciones dudan de que las actualizaciones de software anunciadas para 5,3 millones de vehículos diésel y las primas para el cambio de vehículos diésel antiguos signifiquen un cambio real. Müller echa en falta declaraciones concretas de la industria para el caso de que también los hardwares de los automóviles deban ser reemplazados en el futuro: "Debería quedar claro quién va a pagar por ello", apuntó.
También la organización ambientalista Greenpeace criticó las resoluciones de la cumbre: "En vez de proteger a millones de personas de las emisiones diésel, el gobierno federal ha dado oxígeno a unos motores moribundos". El diésel limpio es demasiado caro para las grandes empresas y "la política los deja seguir adelante como si nada", afirmó la agrupación.
Enorme decepción
La Deutsche Umwelthilfe (DUH) calificó la cumbre como un "enorme fracaso". Para el gerente federal de la entidad, Jürgen Resch, las actualizaciones de los softwares no reducirán significativamente las emisiones de nitrógeno, pues menos del 20 por ciento de los 15 millones de vehículos diésel que existen en Alemania son alcanzados por la medida.
Ya la semana pasada, el Tribunal Administrativo de Stuttgart había dado la razón a la DUH: las mejoras anunciadas por las empresas automotrices no son suficientes para propiciar una mejora en la calidad del aire. Solo una prohibición total de circular sería una forma efectiva de alcanzar ese objetivo. En junio de 2015 la Comisión Europea ya había iniciado un procedimiento de infracción contra Alemania por sobrepasar de forma sistemática los límites de emisiones de dióxido de carbono.
También para el líder de Los Verdes, Cem Özdemir, los resultados de la cumbre son poco serios: a su juicio, el ministro de Transportes, Alexander Dobrindt (CSU), careció del valor para forzar "a la industria a reponer los hardwares". Las actualizaciones de los softwares no son tan generosas como se ha dicho: la mitad de los vehículos habría tenido que volver a talleres "debido al fraude de Volkswagen", apuntó el político.
Los Verdes consideran casi descuidado que Dobrindt haya pasado por alto exigir a las empresas extranjeras que también disminuyan las emisiones de óxido de nitrógeno. El escándalo de la manipulación de las emisiones es "el Fukushima de la industria automotriz" y ahora ésta debería enfocarse en desarrollar automóviles libres de emisiones. En eso concuerda el político socialdemócrata y experto en transportes Sören Bartol: si Alemania desea seguir siendo el número uno de la industria de los automóviles, las firmas deberían invertir en fuentes alternativas, idealmente en una cuota fija para la producción de vehículos eléctricos.
Autora: Nina Werkhäuser (DZC/ CP)