"Donde se queman libros, se terminan quemando también personas".
Esta cita del famoso poeta alemán Heinrich Heine sigue vigente más de 160 años después de su muerte. Los dictadores temen el poder de la libertad de expresión y de la creatividad sin censura. Para mantener sus sistemas represivos, los regímenes autoritarios hacen todo lo posible por suprimir la libertad artística y de expresión. No hay más que mirar hoy a países como Irán o Rusia.
Tras la toma del poder por Hitler en enero de 1933, el 10 de mayo de ese mismo año ardían en más de 20 ciudades libros escritos principalmente por judíos, pero también por autores políticamente indeseados por el régimen nacionalsocialista. Muchos autores condenados al ostracismo se exiliaron, otros que permanecieron en Alemania fueron encarcelados, murieron bajo custodia o fueron asesinados. Los nazis sustituyeron la vibrante vida cultural de la República de Weimar por la retorcida idea de una nueva "cultura germánica".
La reportera Susanne Spröer se pregunta: ¿Cómo surgió la idea de quemar libros en las universidades de toda Alemania poco después de que los nazis tomaran el poder? ¿Qué simbolismo tenía el fuego? ¿Qué autores figuraban en las listas negras? ¿Qué les ocurrió después? ¿Y qué piensan hoy los jóvenes de este acto brutal de destrucción cultural?