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"Cortina de hierro": de corredor de la muerte a franja de vida

Pablo Kummetz24 de agosto de 2004

Defensores de la naturaleza quieren conservar la "cortina de hierro", pero no como franja de la muerte, sino como corredor natural. La antigua tierra de nadie se ha transformado en hábitat ideal para especies amenazadas.

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El río Werra, antigua frontera entre las dos Alemania rigurosamente vigilada, hoy paraíso natural.Imagen: dpa


El 19 de agosto de 1989, día en que Hungría abrió sus fronteras hacia Occidente, fue el comienzo del fin de la "cortina de hierro". Rápidamente se fueron abriendo luego otras fronteras, cayó el Muro y comenzó una nueva era en Europa.

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Guardias fronterizos húngaros abren la frontera con Austria en 1989.Imagen: AP

Pero pronto llamó la atención que en la antigua "franja de la muerte" se habían desarrollado, protegidas de las intervenciones del ser humano, especies vegetales y animales raros e incluso en vías de extinción. Ironías de la historia: la "franja de la muerte" se había transformado en una "franja de la vida".

Se trata de un corredor natural de 6.800 km de largo y 100 metros de ancho en gran parte intocado durante las últimas cuatro décadas. La franja de vida va desde el Mar Ártico hasta el Mar Negro, atravesando todas las zonas climáticas y de vegetación de Europa.

El ex presidente de la URSS Mijaíl Gorbatchov, la organización alemana de protección de la naturaleza BUND y la fundación Euronatur quieren ahora conservar para siempre esa franja vital, en el marco de un proyecto coordinado por la Red Verde, Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN).

Tesoro de la biodiversidad


En Alemania, en los 1393 km de corredor que atravesaban el país, ese objetivo ya se ha transformado en realidad. La frontera entre las dos Alemania había llamado la atención ya en los años 70 como zona natural. La mitad de sus 177 kilómetros cuadrados están considerados parte de los hábitats en peligro.

Quince años después del colapso del socialismo, el 85% de la franja verde continúan sin estar invadido por campos de cultivos, ni rutas ni asentamientos humanos. Se la ha dejado en manos de la naturaleza, como zona protegida.

En septiembre, en la frontera húngaro-austríaca, se realizará una conferencia europea sobre la "franja verde" para discutir cómo conservar ahora también el resto de los 5400 km de corredor vital.

Die Zugvögel kehren zurück
Cigüeñas: a gusto en las riberas de los ríos naturales.Imagen: AP

En el triángulo formado por las fronteras de Austria y las repúblicas Checa y Eslovaca, en las riberas de los ríos March y Thaya, se ve por qué en la ex franja de la muerte se ha conservado tan bien la naturaleza: sesenta pares de cigüeñas construyeron sus nidos en las ramas de unos pocos robles de un prado.

Vuelo hacia la frontera

Luego de despegar del nido, las cigüeñas giran de inmediato y toman vuelo en dirección al este. Las cigüeñas tienen sus polluelos en Austria, pero van por alimentos a tierras checas y eslovacas.

Allí, las aves encuentran muchos más pequeños mamíferos y cangrejos que del lado austriaco. La razón: en Occidente, los agricultores podían cultivar sus campos casi hasta la línea fronteriza, pero en el Este, por el contrario, una franja de más de cien metros de ancho separaba la tierra y sus habitantes de la frontera. En esos prados pronto comenzó a pulular todo un mundo de pequeños mamíferos y cangrejos.

La "cortina de hierro" se extendía a menudo a lo largo de ríos. Mientras que en otras partes de Europa, los ríos fueron canalizados, en la frontera fueron dejados en su estado natural, por que así lo exigían las tropas de Europa Oriental que la custodiaban para que nadie pudiera abandonar el "paraíso socialista".

Por ello, también los ríos March y Thaya continúan fluyendo hoy en sus cauces naturales. Cuando en primavera o verano traen mucha agua, los prados de las riberas se inundan. Cuando el agua se retira, quedan charcos y pozos, donde se multiplican por ejemplo los cangrejos, un manjar para las cigüeñas.

Así han podido ser conservados también muchos otros hábitats, en los que viven especies raras, tales como la ostra de río, los gallos lira y las nutrias.

Donde el ser humano interviene en ese mundo natural, por ejemplo en los pasos de frontera, esa riqueza natural pronto se ve amenazada, porque los animales huyen y la vegetación es destruida. Por ello, los protectores de la naturaleza quieren lograr que la larga franja continúe siendo lo más posible realmente verde.