COP20: "Decepcionante, como se esperaba"
14 de diciembre de 2014
El procedimiento se ha acabado convirtiendo en rutina: llegar a acuerdos de último minuto que no satisfacen a nadie. Desde el principio estaba claro que en la Cumbre de Lima no se iban a hacer grandes anuncios. No en vano, EE.UU. y China dijeron antes de la celebración del encuentro que actuarían para proteger el clima. Ese anuncio influyó positivamente en el ambiente de la cumbre, sin que los comprometiera realmente con objetivos ambiciosos. A nadie le sorprende que ni EE.UU. ni China deseen que se les monitoreen sus avances al respecto.
Los países aún disponen hasta marzo de 2015 para presentar sus cifras y objetivos concretos para lograr un nuevo gran acuerdo, al que habrá que llegar a finales del próximo año en París. Hubiera sido ingenuo esperar que se lograra algo antes de tiempo en Lima.
El llamado realizado durante la cumbre por John Kerry, secretario de Estado de EE.UU., resultó un acontecimiento. La petición a los países emergentes y en desarrollo para que reduzcan sus emisiones de CO2 no fue saludada por estos con entusiasmo. Quizá Kerry tenga razón, pero es difícil de admitir viniendo del representante de un país que en el pasado fue uno de los que más contribuyeron al calentamiento global.
No puede haber demoras
Desde el último informe anual del Consejo Mundial del Clima, los objetivos están claros. La emisión de gases de efecto invernadero puede aumentar hasta 2020. A partir de ese momento, no reducirlos tendría consecuencias dramáticas. En 2050, nuestro mayor porcentaje de energía tendría que provenir de fuentes renovables y habría que abandonar por completo los combustibles fósiles para 2100.
Todavía estamos lejos de lograr esos objetivos. Para alcanzarlos, todos los países deben contribuir. Es comprensible que los países emergentes y en desarrollo deseen recibir un tratamiento distinto, a la vista de que los "veteranos" industrializados fueron los principales causantes del cambio climático. Pero no es normal que China siga deseando figurar entre los países emergentes. Tampoco puede ignorarse el problema que supone la expansión del carbón en India.
Las cumbres sobre el clima no salvan el mundo
Las conferencias sobre el clima son importantes, porque el mundo necesita acuerdos vinculantes al respecto. Pero, por sí solas, las cumbres no pueden evitar frenar el peligroso calentamiento global. Los esfuerzos para proteger el clima no cesan entre conferencia y conferencia y la política del día a día debe seguir reflexionando sobre el asunto. La transición hacia las energías renovables y hacia un modelo económico "verde" es la clave del éxito. A pesar de la decepción en la COP20, esta cumbre debería suponer un paso importante hacia la conferencia del próximo año en París. Aun así, ese paso fue más pequeño de lo que muchos esperaban.
Si se toman estas cumbres anuales como la única medida en cuanto a la protección del clima , aumenta la presión sobre ellas y, de esa manera, el riesgo de que fracasen. Muchas decisiones desagradables fueron pospuestas hasta la próxima edición. París tiene que resolver todos los problemas. Si se depositan expectativas demasiado altas allí, la cita está condenada al fracaso. Los gobiernos del mundo deben hacer sus propias tareas. Para que la cumbre de París sea un éxito, hay que preparar el terreno y no solo durante las negociaciones de la ONU.