Construcción con conciencia ecológica en la cuenca del Ruhr
4 de julio de 2019¿Es suficiente para él un sistema fotovoltaico en el tejado que ahorra 33.000 kilogramos de CO2 al año? ¿Más los cinco sistemas de ventilación de última generación, que cuestan 700.000 euros cada uno, y que Steven Engler llama tiernamente "mis pequeños Lamborghinis"? No, el propietario del City Center de Herne ha ideado algo más: 50.000 abejas zumbarán pronto en el tejado del centro comercial en el corazón de la región del Ruhr, en el oeste de Alemania. "También es parte de la sostenibilidad que aquí el techo sea verde y que las abejas produzcan buena miel", dice Engler riendo.
Lo que el empresario inmobiliario de 34 años hace con el City Center es un poco como salvar a un dinosaurio de la extinción. Y de forma sostenible. Construido la década de 1970, el City Center fue uno de los primeros centros comerciales de Alemania. Pero poco quedaba de su antiguo esplendor: las tiendas cerraron, no fueron ni renovadas ni sustituidas, ni un solo rastro de ahorro de energía.
Hace dos años, más de la mitad del centro comercial estaba vacío. Una muerte a plazos. Steven Engler entró en juego de forma indirecta: "Le dije a mi padre entonces que no nos metiéramos ahí… luego me fui de vacaciones y, mientras tanto, él lo adquirió como jefe de nuestra compañía".
El empresario es también un científico del clima
El hijo se puso manos a la obra. Cambió todo en los 17.000 metros cuadrados y siempre se preocupó por la eficiencia energética: sustituyó las viejas fachadas de pizarra por una cobertura térmica y aisló también las ventanas. Finalmente, se sustituyó todo el techo porque el viejo tenía goteras y renovó el aparcamiento subterráneo.
Usaba pequeñas lámparas LED en todas partes, que sólo se encienden cuando el coche está en movimiento. "Fue una buena idea que yo tuviera mi propio centro de investigación sobre energías renovables en la universidad, así que pude diseñar e implementar todo yo mismo", explica Engler, quien escribió su doctorado sobre extremos climáticos.
El City Center debería estar listo en unas semanas. Se podrá comer helado allí, donar plasma sanguíneo o comprar en la mayor tienda Woolworth de Alemania. El centro comercial es energéticamente autosuficiente. "Llevamos gastados en la reforma casi 20 millones de euros", calcula el empresario. "Nos llevará de nueve a doce años recuperar la inversión".
Por supuesto, el objetivo de Engler es ganar dinero. Pero también quiere, con la mayor conciencia verde posible, contribuir al desarrollo de su región, la cuenca del Ruhr. Él nació unos kilómetros más al oeste, en Gelsenkirchen: "Como empresario, tengo una responsabilidad". "Y si tengo la oportunidad de hacer las cosas como aquí en Herne, ¡tengo que hacerlo!".
El consultor energético que también fue alcalde de Herne
El hombre que ha conseguido que mucha gente en la región piense como Steven Engler tiene su oficina a 20 kilómetros, en Bottrop. Burkhard Drescher es el director general del proyecto climático InnovationCity. De hecho, este hombre de 68 años podría estar disfrutando desde hace tiempo de su jubilación, pero en vez de eso lucha incansable por un desarrollo urbanístico respetuoso con el medio ambiente. Con éxito. Bottrop, con sus 117.000 habitantes, ha reducido las emisiones de CO2 en un 50 por ciento en los últimos diez años.
En Alemania, los edificios generan alrededor de un tercio de las emisiones de CO2. Drescher quiere hacer aún más para combatir esto: "Podemos, con medidas relativamente sencillas como el aislamiento de las ventanas, mejorar la eficiencia energética de los almacenes y bodegas de la región. La energía fotovoltaica sería potencialmente suficiente para suministrar electricidad a la región del Ruhr sin necesitar una sola tonelada de carbón".
Drescher sabe de lo que habla. Hace 20 años, como alcalde de Oberhausen, reconvirtió un antiguo complejo industrial convirtiéndolo en un atractivo de la ciudad. El tranvía volvió a circular, se potenció el transporte público. Ahora ha convertido Bottrop en una ciudad medioambiental modelo. Un ejemplo es la empresa siderúrgica, que anuncia su sistema fotovoltaico con el lema "el sol funde al acero". O las coloridas viviendas sociales, que con energía geotérmica, bombas de calor y su sistema de ventilación, genera más energía de la que consume.
La ciudad modelo que antes dependía del carbón
Sobre todo, Drescher ha convencido por decenas de miles a sus conciudadanos en Bottrop para renovar los edificios para hacerlos respetuosos con el clima. Con pequeños pasos, subraya. Podrían renunciar a eliminar el cien por cien del consumo de CO2 mediante el costoso aislamiento del tejado pero, sin embargo, lograr un ahorro del 90% con medidas mucho más baratas.
"Se construyeron 300.000 nuevas edificaciones en Alemania el año pasado, pero son muchos más los 20 millones de edificios que hay. Hasta ahora no hemos logrado incentivar lo suficiente el ahorro de CO2 en los edificios existentes".
Pero quizá sí se esté avanzando. La ministra federal de Medio Ambiente, Svenja Schulze, estuvo esta semana en Bottrop. Consiera a InnovationCity como un modelo para otras ciudades de Alemania. Y algunas de ellas ya han empezado a moverse: el Senado de Berlín quiere conceptos energéticos para la capital. Y Hamburgo y Osnabrück también se han sumado.
A sólo un kilómetro de la mina de lignito de Prosper-Haniel, la última mina de carbón de la región del Ruhr, que cerró en 2018, Burkhard Drescher espera que esto sirva de impulso para toda Alemania.
(lg/cp)
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