Comienza en Colonia la feria del modelismo ferroviario
6 de noviembre de 2008
Para los pasajeros de los trenes alemanes estos días viajar en tren es cuestión de suerte. Huelgas y retrasos en el itinerario han deteriorado la imagen de la empresa ferroviaria alemana Deutsche Bahn. Sin embargo hay otros trenes que son la pasión de millones de coleccionistas. Ellos no se pierden la cita anual del modelismo ferroviario.
Los trenes a pequeña escala, rodeados de paisajes y poblados, siguen fascinando a niños y adultos. Más de 200 expositores provenientes de unos 12 países han traído a las orillas del Rin sus novedades. Nunca se es viejo para viajar en tren, menos aún cuando se trata de trenes a pequeña escala. En exposición hay toda clase de trenes, vagones, estaciones centrales, ciudades y hasta regiones, que son reproducidas en miniatura.
Un aficionado cuenta que después de 20 años de haber tenido un pequeño paraíso ferroviario en su jardín, ha optado ahora por rentar un local de 200 metros cuadrados. Ahí ha construido una mesa de un metro de alto sobre la que descansa el sistema ferroviario con el que juega a menudo.
El modelismo es un pasatiempo internacional que tiene adeptos en todo el mundo. Junto con coleccionistas privados, maquinistas y vigilantes ferroviarios aficionados, han acudido los representantes de famosas marcas de instalaciones miniatura.
Los países donde el modalismo ferroviario tiene el mayor número de adeptos no son muchos, tal vez porque es un pasatiempo caro. Suiza, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, los países escandinavos, Inglaterra y Estados Unidos, también de aquí provienen los principales fabricantes.
El mundo Lego cumple 50 años
Uno de los pabellones más impresionantes de la feria es el dedicado a la marca Lego. Sobre una superficie de unos 5.000 metros cuadrados puede verse todo lo relacionado con las famosas piezas armables que por cierto cumplen su 50 aniversario. Y no precisamente son niños los que se ven entre los corredores, la edad promedio de los aficionados al legismo son los 40 años.
“Tenemos modelos fuera de serie, como la catedral de Colonia de una altura de 2,90 metros, que tiene 2,50 metros de ancho y 3 metros de largo. Fueron necesarias unas 900.000 piezas para concluirla y pesa unos 400 kilos. Cada pieza está ensamblada, no hay nada pegado, como saben los aficionados al Lego. También se puede ver al Capitolio, de un largo de 5 metros, la estatua de la Libertad, la estación central de trenes de Fráncfort, paisajes de fantasía, el señor de los anillos, entre otros, todo de Lego.
¡Que sería de esos mundos miniatura sin el sonido adecuado de fondo! Ese mundo de juguete tiene los sonidos a los que está acostumbrado el pasajero. La voz que anuncia la llegada de un tren, el ruido de frenos que producen sus vagones. El mundo del ferrocarril en miniatura pensado al detalle.
“Tenemos en la instalación un gallo que canta. Primero teníamos sólo unas bocinas por las que se escuchaba cantar a un gallo, pero luego un niño me hizo ver que no había ningún gallo, con razón. Así que le prometí que la próxima vez que viniera en donde cantara un gallo habría uno también”, dice uno de los expositores.