Comicios en entredicho

“Lamentamos que las circunstancias actuales nos impidan fungir como observadores en las elecciones presidenciales”. Con estas diplomáticas palabras, el presidente de la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) dejó caer el pasado 7 de febrero una auténtica bomba: el organismo no envió representantes a dar fe de los comcios presidenciales que hoy transcurren en territorio de la Federación Rusa.

La Oficina para Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDDH), también adscrita a la OSCE, se abstuvo igualmente de viajar a tierras rusas.

En busca de la credibilidad

Rusia reaccionó airada ante el rechazo de la OSCE. Ésta, según el gobierno moscovita, “desconoció un compromiso formal” al no enviar observadores electorales. El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, dijo que su gobierno y el organismo regional habían acordado ya las condiciones bajo las cuales la OSCE realizaría su trabajo.

Jens-Hagen Eschenbaecher, vocero de la OIDDH, manifestó a su vez: “Para nosotros, el punto decisivo consistía en asegurarnos de que podíamos realizar una observación que gozara de credibilidad”. Las restricciones que le habían sido impuestas a la OSCE, en cuanto al número de observadores y la duración de la misión, no permitían una labor plena e imparcial, y a ello respondió la negativa, agregó el portavoz.

Una elección no consiste solamente en lo que suceda el día de los comicios. Pese a ello, Rusia pretendía permitir la entrada de los observadores europeos solamente tres días antes. Luego de una protesta formal, el plazo se extendió hasta el 20 de febrero; es decir, dos semanas antes de este 2 de marzo.

Observar, no influir

Por lo general, las comisiones de observación electoral de la OIDDH consisten de un grupo central que se concentra en la capital del país, así como de grupos regionales. El primero está formado por personal especializado en observación de medios de comunicación, legislación electoral y sistemas constitucionales.

Para realizar un trabajo certificable, los observadores regionales deben llegar a sus áreas de trabajo por lo menos de seis a ocho semanas antes de la votación. Su tarea: entablar contacto con políticos, candidatos, periodistas y representantes de la sociedad civil, con los cuales además habrá de llevar a cabo un diálogo exhaustivo.

El Kremlin reprochó a la OSCE y a otros organismos pretender influir políticamente en Rusia a través de sus misiones de observación electoral. Como ejemplo, los rusos citaban a la “revolución naranja” en Ucrania, o a los acontecimientos ocurridos en la república de Georgia.

Esto es rechazado por el organismo europeo. De acuerdo con éste, Rusia adquirió el compromiso de respetar estándares internacionales. Esto incluye la observación de los procesos electorales. “Lo que hacemos es observar si tales estándares son respetados o no”, dice Eschenbaecher.

Se mantiene la diplomacia

Las elecciones de este domingo se realizan, pues, sin la presencia de observadores electorales, al igual que sucedió con los comicios parlamentarios de diciembre. Con miras a próximos procesos electorales en Rusia, la OSCE mantiene la cautela y la diplomacia: se mantendrán los contactos con las autoridades rusas, dice la fórmula del caso.

En el pasado, la OSCE ha efectuado misiones electorales sin problema alguno en Rusia, con la colaboración de las propias autoridades del país. Dice el vocero de la OIDDH.:“Esperamos que esta buena colaboración pueda reanudarse en el futuro”.

No será ya en las elecciones de este domingo en las cuales, para muchos, el ganador es conocido de antemano.