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Colombia: segundo paso hacia la paz

José Ospina-Valencia8 de noviembre de 2013

Por primera vez en 50 años de conflicto, un Gobierno colombiano se compromete a garantizar el ejercicio político de los guerrilleros de las FARC que acepten las reglas democráticas de la libre elección. Un paso decisivo.

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Juan Manuel Santos, presidente de Colombia.
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia.Imagen: picture alliance/landov

Hace solo pocos días, imágenes desde La Habana mostraban a la cúpula de las FARC tomando el sol y fumando cigarros cubanos en un catamarán en las turquesas aguas del Caribe. Una revelación nada propicia, justo cuando se rumoraba una probable ruptura entre Gobierno y guerrilla ante el creciente escepticismo de los colombianos, las trabas de la guerrilla y las presiones de la oposición conservadora, dirigida por el expresidente Álvaro Uribe, quien impulsa una campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2014 con una postura “antidiálogos” con las FARC.

Ahora, para sorpresa del interior y el exterior, al primer acuerdo ya alcanzado de una “reforma agraria integral”, el Gobierno de Juan Manuel Santos y la cúpula de las FARC suman un segundo logro: un acuerdo marco para la participación política de la guerrilla en el posconflicto.

Comandantes de las FARC en la Habana, Cuba.
Comandantes de las FARC en la Habana, Cuba.Imagen: Yamil Lage/AFP/Getty Images

Según Sabine Kurtenbach, profesora y experta del Instituto de Estudios Latinoamericanos GIGA, de Hamburgo, “este paso es importante porque se acordaron las reglas de una participación política de las FARC, más allá de la mera transformación en partido, como se hizo en El Salvador y Guatemala. Además, no se trata de un simple reparto del poder, como en el caso de Líbano en 1993, sino que el Estado colombiano se ha comprometido a garantizar la actividad política a sectores y territorios antes poco representados”.

Una amarga experiencia

La garantía a la actividad política - e incluso al respeto a la vida - de un grupo subversivo que depone las armas y busca reintegrarse a la sociedad, y la contienda política democrática es, en efecto, uno de los más importantes aspectos en los diálogos de paz entre Santos y FARC.

Esto tiene que ver, como lo destaca Kurtenbach, “con el asesinato de más de 3.000 exguerrilleros agrupados en la naciente Unión Patriótica (UP)”, un partido socialista conformado en 1985 por desmovilizados de diversos frentes que entregaron las armas con el fin de participar en la vida política legal, pero que, poco a poco, fueron exterminados por fuerzas del narco-paramilitarismo de extrema derecha que nunca aceptaron el acuerdo de paz impulsado por el entonces presidente de Colombia, Belisario Betancour.

Pero este segundo acuerdo logrado en La Habana, “refleja, por un lado, la amarga experiencia de la UP y, por el otro, la voluntad política del Gobierno de Juan Manuel Santos de fortalecer los derechos de la oposición política, garantizándole también el libre acceso a los medios de comunicación”, apunta Sabina Kurtenbach, una de las más destacadas especialistas en el conflicto colombiano en Alemania.

Sabine Kurtenbach, investigadora del GIGA, Hamburgo.
Sabine Kurtenbach, investigadora del GIGA, Hamburgo.Imagen: Kurtenbach

Ante el gran escepticismo de los colombianos frente a los diálogos con la guerrilla, Kurtenbach cree que “este acuerdo le va a dar un soporte importante a todo el proceso, ya que los dos primeros puntos (agro y política) son considerados los más difíciles”.

Las conversaciones de paz se concentran en cinco puntos clave que deben ser tratados y aprobados uno tras otro: desarrollo rural y participación política de los guerrilleros desmovilizados son los dos primeros en los que se ha llegado a un acuerdo marco.

A partir de este 18 de noviembre las partes retoman el diálogo para esclarecer el papel del narcotráfico como combustible del conflicto, un negocio en el que fracciones de las FARC están involucradas. Luego se pondrán sobre la mesa la tragedia de las víctimas de 50 años de guerra y, por último, el fin de la confrontación armada.

¿Qué tan factible es que las partes sigan avanzando?

El papel de las mujeres en el proceso de paz en Colombia.
El papel de las mujeres en el proceso de paz en Colombia.Imagen: Mundubat

“El tema del narcotráfico es difícil, ya que este problema no se puede solucionar sino a nivel internacional. Lo que podría acordarse es un mayor apoyo al cultivo de productos alternativos y su comercialización”, recomienda Kurtenbach.

En el caso de las víctimas y los delitos de lesa humanidad, cometidos tanto por las FARC como por las fuerzas armadas, Kurtenbach cree que “se necesita una fórmula para reconciliar la paz con la Justicia y la recompensación de las víctimas” y concluye que “hay que pensar en mecanismos creativos y no solo en la aplicación de la ley penal”.

Sea como sea, nunca antes en la historia del conflicto colombiano y los intentos por acabarlo, se llegó tan lejos, como lo reconoce el mismo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos y pregunta: ¿Se imaginan una Colombia sin coca y sin conflicto?

Las felicitaciones internacionales le llueven a los negociadores de ambas partes en La Habana. Para Álvaro Sierra Restrepo, editor de la revista Semana, en Colombia, “este es un paso decisivo para el éxito de la negociación”.

Pero más vale no olvidar el lema que se autoimpusieron las partes del diálogo: “Nada está acordado, hasta cuando todo esté acordado”.