Bodas de oro con la corona
2 de junio de 2003Que 50 años no es nada, parece pensar la reina de Inglaterra, que festejó este lunes el medio siglo de su coronación. De seguir las cosas como hasta ahora, Isabel II amenaza con romper incluso la marca establecida por la legendaria reina Victoria que, con 64 años en el trono, marcó su sello más bien adusto a toda una época.
La segunda era isabelina
¿Qué quedará de la segunda era isabelina? Probablemente una serie de historias, varias de ellas dignas de telenovela, protagonizadas por los familiares de la pareja real, indomables por el protocolo: El drama de la princesa Diana, la histeria colectiva de sus funerales, los arranques de la impredecible Sarah Ferguson y las penas de amor del eterno "príncipe" Carlos. Tanto es así que ahora, más que el aniversario mismo, el gran tema de conversación fue la invitación extendida por su majestad a Camilla Parker Bowles, quien pudo asistir a la ceremonia religiosa de jubileo, aunque no en el palco familiar.
Todo esto, sumado a las más aventuradas versiones sobre la fortuna de los Windsor y la que estos personajes de sangre azul cuestan al cortés súbdito británico, hacen que a veces hasta la más proverbial flema se desvanezca. La corona de la reina Isabel no se tambalea, es cierto. Pero no todos se atreven a apostar por el futuro de la monarquía británica cuando lleve el cetro su sucesor.
Las implacables encuestas
La casa real británica debe mirar con cierta envidia a Holanda, por ejemplo. Allí, el 86% de la población está conforme con el sistema monárquico, aunque el récord de popularidad no corresponda a la reina Beatrix, sino a su nuera Máxima, la argentina que no sólo le robó el corazón al príncipe Willem Alexander. En Inglaterra, el panorama es diferente: en noviembre del año pasado, sólo el 43% de los consultados en una encuesta opinó que el país estaría peor sin los "Royals" y el 31% se pronunció derechamente a favor de la república.
La discusión sobre la abolición de la monarquía no alcanza hoy en día los niveles de 1997, cuando la trágicamente fallecida Diana de Gales pareció llevarse consigo a la tumba buena parte de las simpatías populares por la familia real. Pero sólo es cuestión de tiempo hasta que vuelva a salir a flote.
God save the Queen
No obstante, la tradición se escribe con mayúsculas en Gran Bretaña; y tan tradicional como el té de las cinco de la tarde es la corte de su majestad. Por lo demás, los británicos no deberían dejarse amedrentar por aquellos que dicen que la monarquía es anacrónica. Es más: en América Latina no faltaron los que añoraban seriamente el establecimiento de una en sus países, poniendo la mirada en el ejemplo de España, donde resultó tan útil para la transición. ¿Sin la decidida actuación de Juan Carlos, hasta dónde podría haber llegado Tejero? La respuesta es incierta, pero, por las dudas, es mejor que el rey haya estado donde estuvo.
Otros argumento para los monárquicos: al fin y al cabo, hasta en los más democráticos de los sistemas se han dado sucesiones en el poder de padres a hijos. Además, el afán de forjar imperios ya no es mal visto, ni en la política, ni en la economía.