Argentina, meritorio finalista
12 de julio de 2007Se impuso la lógica. La final que todo mundo esperaba para la Copa América, entre Argentina y Brasil, será un hecho el próximo domingo en Maracaibo. México llegó lejos, sobre todo tomando en cuenta que venía de una humillante derrota frente a Estados Unidos en la Copa de Oro.
No fue suficiente
El cuadro azteca lució bien, y dejó en claro que tiene suficientes jugadores de calidad internacional como para ser tomado en cuenta en futuras contiendas. Pero no fue suficiente.
México se enfrentó a Argentina en medio de una profunda reforma generacional y estructural. En cambio, la albiceleste recoge los frutos de la madurez alcanzada por un seleccionado que comenzó a brillar en 2005, en Alemania, durante la Copa Confederaciones, y en casos individuales aún antes, en el equipo Sub-23 que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Es cierto que Argentina y México han vivido desde entonces un intenso aprendizaje, no siempre marcado por la alegría. Las dos fiestas alemanas, la Confederaciones y el Mundial de 2006, trajeron a ambas selecciones la frustración de no haber logrado sus ambiciones; y sin embargo, se despidieron de ambas como triunfadores.
Pero mientras Argentina conservó el núcleo de su selección, y vivió la renuncia de su técnico José Pekerman, en México el argentino Ricardo Antonio Lavolpe se iba por la puerta de atrás, entre reproches y algo de la milenaria amargura con la que se viven las derrotas en tierras mexicanas.
Dos procesos distintos
En los últimos meses floreció Carlos Tevez, Juan Román Riquelme regresó a la Argentina y se le acabó la melancolía, Lionel Messi desafió a la leyenda de Maradona con escapadas imparables y goles con la mano, el enjundioso Esteban Cambiasso dejó atrás la pesadilla de Berlín (donde Jens Lehman le paró un penal), y veteranos como Gabriel Heinze y Javier Zanetti sigueron dando cátedra a la nueva generación de estrellas argentinos. Hoy por hoy, ese cuadro tiene madera de campeón mundial, a lejanísimos tres años de la siguiente Copa del Mundo.
México es otra historia. Lavolpe se fue, llegó Hugo Sánchez. La generación de Cuauhtémoc Blanco y Jared Borgetti deja lentamente el paso a nombres totalmente nuevos: Israel Castro, Jonny Magallón, Andrés Guardado, Nery Castillo, Juan Carlos Cacho. Los veteranos e internacionales Pavel Pardo, Ricardo Osorio, Rafael Márquez y Carlos Salcido no logran cuajar en el equipo nacional. El proceso no es sencillo, pero al menos hay visión.
En resumen, un México experimental, capaz de vencer a Brasil y de perder frente a Estados Unidos, se enfrentó a su demonio máximo: un cuadro argentino en consistente fuga hacia las alturas; una combinación, que hoy luce perfecta, entre genios precoces y veteranos gladiadores. Para Argentina, el 3-0 contra México fue una conquista natural; para el "Tri", una lección dolorosa pero necesaria.