"Llegar a una milonga en Buenos Aires, poder sentarte en una mesa, comer algo, charlar... es fundamental. En Berlín no. En Berlín llegás a las milongas y por ahí hay sofás, sillones, alguna que otra mesa, pero es más de estar parado y bailar", dice Juliana Aparicio, de Tango Berlin, la empresa que junto con Santiago Hernández con la que dan clases de tango en la capital alemana. El tango es una respuesta de la sociedad a algunos de los males que la aquejan, y cada quien lo puede vivir como quiera, y es así que en las capitales donde más se lo baila en el mundo, Buenos Aires y Berlín, cada quien lo ha adaptado a su manera. "En Berlín son como más cuidadosos. Uno va con su pareja. Se tiene que anotar en pareja", dice Santiago, mientras que en Buenos Aires uno va a buscar con quien bailar y termina la noche habiendo bailado con diferentes personas. Y ahora en tiempos de pandemia, que todo el contacto físico fue reducido, las clases de tango tuvieron que diversificarse. Juliana y Santiago cambiaron a la opción online y en lugar de ocupar grandes espacios para hacer una milonga, se fueron temporalmente a la pantalla chica para que sus alumnos no pierdan contacto.