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Aplicaciones para buscar pareja: cupido en entredicho

16 de agosto de 2023

Concertar citas por internet se ha vuelto muy frecuente, sobre todo desde que apareció Tinder. Pero muchos usuarios se sienten frustrados y algunos incluso enferman.

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Varias fotos de personas y un celular con un logo de Tinder.
Un mar de rostros y poca profundidad.Imagen: Taidgh Barron/dpa/picture alliance

La gente siempre ha tratado de darle una ayudita al destino, a la hora de buscar pareja. Pero internet, y en especial los teléfonos inteligentes, han revolucionado la forma de buscar contactos sexuales o románticos.

Según la psicóloga berlinesa Pia Kabitzsch, especialista en la materia, las citas en línea son el pan de cada día, sobre todo entre los más jóvenes. "Una encuesta de 2022 reveló que el 77 por ciento de los que tienen entre 16 y 29 años, y un 66 por ciento de los que tienen entre 30 y 49 años, ya han concertado citas por internet. Y la mayoría de las parejas se conocen hoy efectivamente en línea”.

Por ejemplo, la brasileña Giovana Idalgo Zanforlin y su pareja, Juliana. Giovana relata:  "Las citas online son superficiales, pero también bastante prácticas. No es necesario ir a ninguna parte para conocer a alguien. Y se sabe de inmediato qué orientación sexual tiene la otra persona".

El algoritmo decide

La mayoría de las aplicaciones de citas, como Tinder o Grindr, funcionan así: el usuario sube un perfil con fotos y algunos datos sobre sus preferencias y lo que busca. Un algoritmo junta así a las personas, teniendo en cuenta, entre otras cosas, el lugar donde viven, sus preferencias e intereses.

La más conocida de las aplicaciones es Tinder. Los usuarios reciben una preselección de potenciales parejas, y deciden, en general, en un par de segundos quién les agrada y quién no. Si el usuario en cuestión recibe también la aprobación de una de esas personas, hay una coincidencia y se puede empezar a chatear.

Esto no parece especialmente serio ni profundo. Muchos se indignaron cuando se supo, hace algunos años, que Tinder aplicaba el llamado "Elo-Score" a los usuarios, una especie de ranking de cuánta aceptación tenían entre los demás.

Como en vitrina

Alfonso Rosales Garcia, quien llegó a Berlín desde España hace dos años y utiliza la aplicación Hinge, critica la superficialidad de estas citas. "Es raro, a veces uno se siente como si tuviera que venderse en un negocio", dice. El fisioterapeuta, de 29 años, llama la atención sobre una paradoja de estas aplicaciones: si funcionan bien, pierden con demasiada rapidez a sus clientes. "Ellos quieren hacer negocio con las citas de las personas. Si fuera de otro modo, no ofrecerían dar más visibilidad a un usuario a cambio de dinero”, apunta.

Peligros y frustraciones

Como Alfonso, muchos se sienten frustrados por algunos aspectos de estas aplicaciones. También lo ve así Pia Kabitzsch. Pero la autora del libro "It's a date!" considera equivocado buscar las fallas solo en esas plataformas. "Los usuarios tienen en sus propias manos la forma de usar las aplicaciones y lo que hacen con la gente que conocen. Y allí radican, con frecuencia, las causas de la frustración. Los usuarios recorren a toda velocidad los perfiles y luego se quejan de la superficialidad”, afirma.

Una foto de un torso musculoso en la pantalla de un celular.
Un perfil atractivo no asegura una buena relación.Imagen: ROBIN UTRECHT/picture alliance

Aparte de eso, también hay otros problemas. Existe, por ejemplo, un cierto potencial de adicción, al igual que en otras redes sociales. También hay varios estudios que indican que estas aplicaciones de citas pueden provocar estrés e insatisfacción, e incluso agudizar problemas psíquicos. Elias Aboujaoude, profesor de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta de la Universidad de Standford, realizó un estudio con más de 1.300 encuestado e indicó en un blog de la universidad que estas aplicaciones parecen ser un método inadecuado para personas que sufren problemas psíquicos. El especialista estableció paralelos con otras redes sociales, que pueden empeorar cuadros de depresiones, miedos o falta de autoestima.

(ers/cp)